México es un país en el que, durante muchos años –prácticamente desde su fundación como nación independiente– ha sido sujeto a diversos momentos de autoritarismo. Ya fueran la sociedad fluctuante del siglo XIX, los gobiernos durante la guerra de Revolución y los regímenes postrevolucionarios del siglo XX, existió un férreo control estatal, inhibiendo con ello la libre difusión de las ideas.
Aún y cuando los medios tradicionales –como la televisión y la radio– por ser medios concesionados por el gobierno hacen más rígidas sus líneas editoriales. En la prensa escrita aún existe más libertad, pues los directivos aceptan a sus colaboradores, sapientes de sus tendencias ideológicas y políticas y –en esa lógica– permiten que expresemos con libertad nuestras ideas.
La tecnología hace prácticamente imposible que exista ese control estatal. Las redes sociales son un instrumento que permiten hablar “al tu-por-tu” con todo aquel que tenga una cuenta en Twitter, Facebook o cualquiera otra red social, lo que genera mayor acercamiento entre ciudadanos y autoridad. Innegablemente todo ello aleja las posibilidades de retornar al autoritarismo de antaño.
Sin embargo hoy la libertad de expresión encuentra su principal enemigo, precisamente, en los excesos, la soberbia y la notoriedad de quienes se han transformado en pseudo “líderes de opinión” que, con toda impunidad, difunden hechos y sucesos sin corroborar información, ni realizar una labor a profundidad. Muestra de ello fue la politóloga Denisse Dresser quien, a través de su cuenta de Twitter, afirmó que la hija del Presidente usa un helicóptero para llegar a la Universidad, mientras que este dicho fue rebatido por el empresario Carlos Peralta quien afirmó que él era quien viajaba en la aeronave y no Paulina Peña, sin que –hasta el día de hoy– hubiere habido algún tipo de aclaración de parte de la comunicadora.
Igualmente la revista Proceso –publicación reconocida por la seriedad de sus trabajos periodísticos de investigación– difundió que el hijo del Presidente de la República había llamado al Presidente venezolano, Nicolás Maduro, como “un dictador ignorante” que “enloquece con el poder”, sin embargo, la información fue desmentida por la oficina de Comunicación Social de la Presidencia, sin que a la fecha hubiere alguna reacción al respecto del semanario.
Hoy, desgraciadamente, impunidad del fuero de la libertad de expresión hace muy difícil que alguien reconozca sus errores. Sin embargo, no dejo de señalar que utilizar la popularidad que brinda un medio de comunicación para calumniar, denostar, falsear información y, con ello, atizar el odio, es tan despreciable como el cinismo, los abusos y excesos cometidos por los funcionarios en sus cargos, pues hace patente que la sociedad vive en una acre podredumbre de la que, difícilmente habremos de escapar.
@AndresAguileraM