Mexicanos: a atender la tienda. Reflexiones sobre la elección en EE.UU

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Mientras escribo estas líneas, el mundo se encuentra pendiente de los resultados electorales en los Estados Unidos de Norteamérica. Dos visiones se enfrentan: la anti sistémica contra la sistémica; la aventura demagógica contra el continuismo; el resurgimiento del imperialismo, contra el rostro del falso respeto por la autodeterminación de los

pueblos; la patética visión de supremacía racial contra la hipócrita adopción de la inclusión y la igualdad. En pocas palabras: el resentimiento social contra todo lo establecido.

Pese a las predicciones de los globalifílicos en las décadas de los 90s del siglo pasado y la primera del siglo XXI, se ha despertado –de nueva cuenta– una necesidad de cambiar de ruta hacia un nuevo proteccionismo y reencuentro con los más profundos vicios de las sociedades modernas. Las grandes migraciones de personas en condiciones de pobreza extrema hacia los países desarrollados del orbe, han hecho que surja el espíritu chauvinista y proteccionista en las sociedades.

En México, muchas personas están atentas al resultado electoral estadounidense; pero –considero– ningún cambio habrá ni para el orbe ni para México. Todo quedará igual independientemente cualquiera que sea el resultado. La política intervencionista estadounidense permanecerá igual; la reforma migratoria –tan prometida por los últimos dos presidentes norteamericanos– seguirá siendo una meta inalcanzable, en tanto no exista una mayoría parlamentaria que pueda concretarla y el poderío armamentista seguirá incrementado, mientras que las condiciones económicas, tanto del bloque comercial de América del Norte como del resto de las naciones, seguirá teniendo –en el mejor de los casos– crecimientos marginales.

En pocas palabras: independientemente de quien gane la elección en los Estados Unidos, el destino de México se observa fatídicamente complejo. Ambos candidatos punteros –Clinton o Trump– han dicho que revisarán las condiciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, buscando –evidentemente– imponer mayores beneficios y mejores condiciones para el comercio estadounidense, aunque con ello se generen condiciones económicas complejas para sus socios comerciales, lo que evidentemente pondría en desventaja –nuevamente– a la economía mexicana con respecto de sus socios comerciales, lo que imposibilitaría que se generaran condiciones de bienestar en el país. Ello aunado a que mantendrán su política exterior dentro de los márgenes que lo han hecho a lo largo de los últimos 70 años, con las implicaciones que, por todos, es más que sabida.

En esta lógica, los mexicanos debiéramos estar más pendientes de lo que verdaderamente ocurre en nuestro país que de una elección que, cualquiera que sea el resultado, traerá para México un escenario de incertidumbre y complicaciones tanto políticas, como económicas y sociales.

@AndrésAguileraM