Voltaire frente al autoritarismo de lo “políticamente correcto”

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Uno de los más destacados liberales de la historia moderna fue François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire. Durante su vida, defendió apasionadamente su derecho a difundir sus ideas y a promover la tolerancia hacia quienes pesaban diferente, pues consideraba éste como un derecho fundamental del ser humano.

 

En este orden de ideas, la mayoría de las constituciones liberales —fruto de las ideas de la Ilustración— ha plasmado a la libertad de expresión como parte fundamental de los derechos protegidos por los Estados Nacionales. En nuestra Constitución, el principio de libertad de expresión se encuentra plasmado en el artículo 7º que a la letra reza: “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio …”.

Por ello el Estado no sólo debe respetar el derecho a la libertad de expresión, además debe protegerlo. Le está expresamente prohibido reprimir o censurar la difusión de las ideas. Es un principio básico que es sostén de cualquier estado que se proclame democrático.

De este modo, durante años, diversas fuerzas políticas en el mundo —principalmente aquellas que se definen como progresistas o de izquierda— han hecho de este derecho una de sus principales banderas y han pugnado por hacerlo una condición imperante en cualquier comunidad del orbe, pues es parte fundamental de la libertad. Decir, pensar, actuar con base en el libre albedrío es condición característica de la raza humana.

Sin embargo, hoy en día vivimos una nueva forma de censura, que no proviene de las oficinas de gobierno, de las instancias de inteligencia o castrenses; su origen, lastimosamente, está aquellos que se autoproclaman “defensores de los derechos de las personas”; de esos que manejan y utilizan el lenguaje y las ideas “políticamente correctas”, afines al discurso progresista y de izquierda, que acusan —con y sin fundamento— al gobierno de atentar contra sus libertades. De esos “adalides de la libertad” que actúan y se comportan como los más connotados dictadores, al censurar y condenar, desparpajadamente y sin mesura, cualquier opinión contraria a su discurso o a sus ideas, está plagado el mundo de las redes sociales.

Cualquiera que no coincida con sus ideas se vuelve “enemigo” y se cancela, por decreto autoritario, cualquier posibilidad de diálogo y/o conciliación. Pareciera que lo “políticamente correcto” no perdona porque es “químicamente puro”, no tiene por qué dialogar porque posee la “verdad absoluta”. Con ello se atenta contra los principios fundamentales de la libertad, con lo que cancelan su lógica libertaria y se acercan a lo que condenan.

Pese a ello, la ideología liberal y progresista persistirá, aún y cuando la insensatez y la cerrazón de quienes radicalizan sus principios, pues el diálogo será siempre la base del entendimiento y, para que ello ocurra, deberá haber disensos que permita llegar a conclusiones y equilibrios necesarios para una vida armónica en la sociedad. Así habremos de tolerar y entender que no todos pensamos igual y que el disenso abre al diálogo que genera coincidencias mejores ideas en beneficio de todos. Así, la frase de Voltaire cobra vida puesNo estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

@AndresAguileraM