Hace no mucho tiempo, en una conversación —de esas de café—, se hablaba muy holgadamente de las deficiencias del gobierno mexicano. Se criticaba a las cabezas de las instituciones, a los políticos, a los aspirantes a cargos de elección popular y
señalaban que las cosas no mejoraban en el país precisamente por ellos, porque carecían del liderazgo, capacidad y competencia para ejercer las acciones de gobierno.
Más allá de ello e independientemente de las cabezas y liderazgos políticos que suelen ser cuestionados, defenestrados y vilipendiados, ciertamente las instituciones gubernamentales funcionan y mantienen al país de pie y las funciones gubernamentales en marcha, independientemente de quienes sean los titulares de los Poderes de la Unión o quienes encabecen los órganos con autonomía constitucional.
Las instancias de gobierno fueron forjadas a lo largo de décadas de trabajo, esfuerzo y esmero de millones de hombres y mujeres que aportaron sus talentos, conocimientos y experiencias para crear instituciones jurídicamente sólidas, que aportaran al correcto desarrollo del país y —sobre todo— a las cuestiones de gobernanza intrínsecas a cualquier gobierno, que se resumen en seguridad.
Así, durante la vida independiente de nuestro país, las instituciones públicas fueron forjándose y consolidándose como parte intrínseca de la sociedad. Hoy, la gente sabe que cuenta con Ejército, policías, bomberos, protección civil, tribunales y otras más que funcionan gracias al aporte de la población que formamos parte del Estado Mexicano. Hay calles, carreteras, alumbrado, infraestructura urbana que está a cargo de las instituciones públicas; que permanecen y se mantienen independientemente de los vaivenes de la vorágine política.
Estas instituciones, que son muy superiores a quienes las dirigen y pretenden dirigirlas, existen gracias a un ejército de personas que trabajan en ellas; que han dedicado sus vidas profesionales a su servicio y que hacen que funcionen sin que para ello exista un político que las dirija.
Millones de personas hacen carrera y van avanzando en el escalafón de las instituciones públicas; ascendiendo en responsabilidad, salario y prestaciones, sin que para ello medie padrinazgo o apoyo alguno. Su nivel de especialización y tecnicismo obliga a que sea gente con experiencia y conocimientos, las que ocupen los niveles operativos y mandos medios en las instituciones públicas.
La mayoría de los servidores públicos, son personajes que siempre se han desarrollado dentro de las mismas áreas y que han hecho carrera en el servicio público, sin que hubieran accedido a él a través de alguna prebenda o favor político. Son ese ejército de hombres y mujeres que lejos de los reflectores, dentro de las instancias de gobierno, sirven a México y hacen que el país avance. Por ello, es indispensable que se fortalezca el Servicio Civil de Carrera en las dependencias públicas, pues es el instrumento idóneo que permite garantizar el funcionamiento de las instituciones de gobierno, pues el esfuerzo de los servidores públicos se transforma, verdaderamente, en el motor fundamental que garantiza la gobernabilidad del país. Para ellos, mis compañeros servidores públicos, mi agradecimiento, reconocimiento y solidaridad.