Para Víctor: El necesario rescate del periodismo

Este lunes, 29 de octubre, falleció —por causas naturales— un gran amigo y colaborador de este diario: Víctor Manuel

 Méndez Marta, con quien tuve el honor de coincidir durante un tramo muy importante de mi vida. De él tuve la oportunidad de conocer, de primera mano, un oficio digno, noble y socialmente de gran utilidad como lo es el periodismo, pues es gracias a su correcto desempeño, como la mayoría de las personas nos hacemos de información sobre el acontecer público.
Durante casi dos décadas, coincidimos laboralmente en el servicio público; los últimos once años, trabajando hombro con hombro en tareas vinculadas con el enlace legislativo y los compañeros de la prensa. Gracias a él conocí a muchos —y muchas— periodistas, todos con una gran vocación por el oficio y, sobre todo, comprometidos con la función. Todos con trayectorias destacadas cubriendo diversas fuentes para varios medios, impresos o electrónicos, siempre atentos al desarrollo social. Todos testigos, cronistas y críticos de los cambios más profundos que a vivido México a lo largo de los últimos veinticinco años.
Del trato cotidiano con los amigos de la prensa, pude constatar la importancia del periodismo, que radica —esencialmente— en la capacidad de informar y denunciar sobre el acontecer público. Por ello afirmo —sin temor a equivocarme— que han sido los grandes reportajes de investigación, los artículos de opinión y editoriales críticos y vigilantes, los que —de alguna u otra forma— han propiciado la transformación de las naciones.
Víctor era un apasionado de su profesión. Vivía para el periodismo, lo disfrutaba al máximo. Lector incansable, principalmente de noticias, conocía prácticamente todo el acontecer nacional, los orígenes de los principales problemas del país y —sobre todo— de la Ciudad de México, a la que dedicaba su colaboración semanal, era un periodista las 24 horas del día, los 365 días del año, lo que era una muestra innegable de su apasionada vocación.
Así como él, estoy convencido que son la mayoría de los periodistas del país. Libres y entregados a la función que desempeñan. Sin embargo, es imposible ocultar que el sistema —en general— ha ido menguando la libertad para ejercer esta noble profesión. Y no es la censura ejercida por la fuerza o las amenazas de las clases poderosas y del crimen organizado las que menguan la libertad de prensa, es la condición de autocensura por la falta de garantías para ejercer la función. Y no es para menos, durante las últimas dos décadas, según datos de article19, se han documentado 131 homicidios de periodistas en México con motivo de su actividad profesional.
Hoy —más que nunca— el Estado Mexicano está obligado a garantizar la actividad periodística nacional. No es posible continuar en este clima de inseguridad constante, y menos para quienes ayudan a informar sobre el acontecer cotidiano de nuestro querido México y máxime cuando se desempeña con la innegable convicción por servir a los demás.
@AndresAguileraM