¿Será el patriotismo?

La historia de México da cuenta de confrontaciones constantes entre visiones de país. Monarquía contra República, federalistas contra centralistas, conservadores contra liberales, reaccionarios contra revolucionarios y demás visiones políticas subsecuentes,

 aunadas a una serie de divisiones que, desde siempre, se han venido generando tanto por la indomable realidad, como la herencia de castas y divisiones socialmente construidas y, sobre todo, por las condiciones de inequidad en las que, desde siempre, han prevalecido como consecuencia de una prevaleciente injusticia social.

La división entre la sociedad —ya sea política o construida— ha sido una constante en la vida de México y que, pese a los esfuerzos de académicos, organizaciones e instituciones promotoras de los derechos humanos, aún persiste entre nosotros, como una maldición que frena nuestro desarrollo pleno como nación. No se fomenta ni se desea, pues la misma historia nos ha dado muestras inequívocas de que, cuando una amenaza atenta contra el país, los mexicanos tendemos a dejar de lado esa condición sectaria para unirnos en un solo cuerpo, sin embargo, después esta situación persiste e, incluso, llega a agudizarse.

Lamentablemente esta situación sigue latente en nuestra actualidad. Las divisiones, aunque silenciosas algunas, otras incididas y aumentadas, y —las menos— son abiertas y groseramente cínicas, prevalecen y —en últimas fechas— han sido motivo de exaltación e, incluso, fomento y hasta de azuzamiento por parte de quienes tienen intereses en la polarización, sobre todo, política.

No podemos perder de vista que estas divisiones, cuando se han recrudecido, suelen ser utilizadas por ambiciones de poder para legitimar desde movimientos políticos hasta levantamientos armados que, inevitablemente, jamás han atendido de fondo las causas que suelen enarbolar. Sin embargo, cuando el discurso es consistente, reiterado y convincente, crean seguidores que, con tal de ver saciadas sus pretensiones, siguen a ultranza a quienes dirigen esos movimientos.

La realidad es que la división social prevaleciente no es sino producto de nuestro propio devenir histórico y que, en la medida en que el bienestar alcance a todos éstas se irán zanjando. Por ello es importante que, independientemente de cómo se acceda al poder, en cuanto se tenga el control de las instituciones públicas, se procure generar los acuerdos necesarios para atender de fondo y objetivamente, todos esos añejos problemas que tanto han lastimado a la sociedad y de los que parte, fundamentalmente, la división persistente.

Estoy convencido que el único motor para ello es el patriotismo que, más que un sentimiento chauvinista, es esa convicción por hacer que el gobierno funcione en beneficio de todos, para que, en libertad, puedan desarrollarse con las herramientas necesarias y a su abierta disposición.

La clave para que cualquier gobierno, movimiento político o social funcione efectivamente a favor de la sociedad, impera ese sentimiento que no sólo enaltece el sentimiento de pertenencia, sino que, además propicia la solidaridad que nos impulsa a encontrar las rutas para la solución efectiva y tajante de los problemas que generan división y que trastocan la estabilidad del Estado Mexicano.

La respuesta a ello es el patriotismo, más allá de las ambiciones e intereses.

@AndresAguileram