El pasado domingo, el Presidente Enrique Peña Nieto presentó, a suerte de informe, los logros de su administración a los primeros 100 días de su administración. Si bien enunció una serie de acciones concretadas gracias a la inclusión y negociación política –como la reforma educativa– detalló otras que implican directamente un actuar del Poder Ejecutivo. Independientemente de ello, lo verdaderamente trascendente fue el mensaje concreto que envió a los factores reales de poder: "No venimos sólo a administrar, sino realmente a transformar. Seguiremos moviendo las instituciones, las políticas públicas, los programas y los presupuestos para dar resultados reales y positivos a la ciudadanía."
Ciertamente en la última década se estancó el desarrollo del país. Las dos últimas administraciones, por causas y factores diversos, no lograron cumplir las expectativas de desarrollo que la población añoraba tras la alternancia. Las causas y los factores son diversos, pero los hechos son innegables: faltó política y visión de Estado para mantener a la institución presidencial como fuente de cohesión del poder político nacional, sin que por ello se perdiera el espíritu democratizador que dio origen a la alternancia.
Hoy los pasos emprendidos por la Presidencia de la República son claros y tendientes a concretar un proyecto político a mediano plazo: transformar a México y recobrar el camino hacia el desarrollo. Para ello el fortalecimiento del poder político del Ejecutivo Federal –que no es otra cosa que hacer uso de todas las facultades constitucionales– es absolutamente indispensable. El papel del Presidente de la República es, por mandato constitucional, fungir en dualidad como Jefe de Estado y de Gobierno, por ello una de sus prioridades es, precisamente, ser el vértice del poder político nacional y agente generador de acuerdos y consensos para lograr el bienestar nacional. El esperar a que exista un consenso político por “generación espontánea” entre todos los factores de poder, como se pretendió realizar en los sexenios anteriores, sería una total irresponsabilidad. El fortalecimiento de la institución presidencial es indispensable para retomar el progreso del país pues ha sido el único camino en el que México ha logrado mejoramiento y estabilidad, o al menos la experiencia histórica así lo demuestra.
Entretelones
De conformidad con información publicada en el periódico, en lo que va de la actual administración van 2 mil 351 personas ejecutadas en el territorio nacional. Una alarmante realidad que aún no logra ser superada.
@AndresAguileraM