Los antagonismos ideológicos (segunda de tres partes)

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Durante prácticamente todo el mes de junio, de presentó una confrontación en torno a una presunta insinuación por privatizar la empresa icónica del nacionalismo revolucionario mexicano. PEMEX que es fruto indudable de la ideología surgida de la Revolución Mexicana. Su carácter nacional se encuentra arraigado en lo más profundo de la conciencia colectiva mexicana. Es –quizá– el último resabio de concordancia entre la izquierda radical, la moderada y el centro del espectro político nacional, pues encuentra su confluencia en su origen común: el Nacionalismo Revolucionario.

La simple insinuación de privatización genera un lazo casi irrompible entre quienes nacieron con la Revolución Mexicana y que coinciden con los principios políticos que le dieron origen, lo que en su momento permitió avasallar, al grado de anulación, a los reaccionarios y al conservadurismo.

Ese nacionalismo revolucionario, como ideología y dogma político, hace que cualquier intento de privatización de PEMEX esté condenado al fracaso y a la deslegitimación de quien lo promueva, pues el rechazo social es inminente y absoluto. Los intentos por justificar la privatización por la incompetencia del gobierno para administrar eficientemente a PEMEX, de alguna manera “ha dado aire” a las pretensiones e intereses privatizadores, sin que éstos hubieren permeado en la conciencia social mexicana.

Así, el conservadurismo reaccionario y los defensores del nacionalismo progresista revolucionario, alistan motores para lo que será un enfrentamiento en el que se disputarán la esencia de la conciencia nacional mexicana y el último resabio de los triunfos de la Revolución Mexicana: la preeminencia del derecho absoluto de la nación por mantener la tutela y explotación de los recursos naturales que se encuentran en el territorio nacional o su entrega a intereses particulares y ajenos al bienestar general.

El objetivo primordial de quienes representan tanto a conservadores reaccionarios como a los herederos del nacionalismo revolucionario, es la legitimación ante la opinión pública sus posturas para, con ello, poder materializar sus propósitos, lo que implica una disputa real por la conciencia colectiva y el viraje innegable respecto a la ruta que se marcó con motivo de la lucha revolucionaria. El futuro no está escrito, habrán de ser las habilidades de quienes representan a uno y a otro grupo lo que defina el futuro de PEMEX y, en general, de todas las transformaciones nacionales subsecuentes.

 @AndresAguileraM