El sexenio pasado se caracterizó, entre otras muchas cosas, por la extrema violencia que se desató en todo el territorio nacional. Enfrentamientos entre bandas del crimen organizado, asesinatos, retenes ilegales, secuestros, desapariciones forzadas y otra serie de “bellezas” se mostraban cotidianamente en los noticiarios nacionales. La carnicería se avivaba y el calor el en territorio nacional incrementaba al paso de los días.
Efectivamente, las acciones que emprendió el gobierno Calderonista en contra del crimen organizado al atacar las cabezas de las organizaciones criminales, atizaron, en gran medida, la furia de sus integrantes que, al quedarse sin cabezas –de alguna forma líderes pensantes y un poco más prudentes– los grupos se diseminaron células criminales más violentas e inescrupulosas, que encontraron en el secuestro, homicidio y en el cobro de derecho de piso, un nicho de “negocio” más fructífero que el tráfico y comercio de narcóticos ilegales.
Así los nuevos capos del crimen organizado incrementaron su fiereza. Se volvieron sanguinarios e irresponsables, pero, sobre todo, dejaron de atender una premisa que sus antecesores respetaron: no afectar a la población civil.
Ante este nuevo panorama, las campañas políticas utilizaron a situación de inseguridad como una bandera para captar votos sin que los nuevos gobiernos den mayores resultados. Se ha emprendido una estrategia que, de alguna forma –y ante la opinión pública–, ha logrado focalizar la violencia en tres entidades del país: Michoacán, Tamaulipas y Morelos, propiciando una percepción de mayor seguridad en el resto de la población. Sin embargo, la percepción de muchos ciudadanos no es la que se muestra en los “noticieros de la noche”.
El lunes una persona muy cercana tuvo la desdicha de ser asaltado a mano armada en un establecimiento ubicado en una de las principales avenidas del municipio de Naucalpan, en una zona que, por ser suburbio de la Ciudad de México debiera padecer en menor medida los males de la zona urbana.
Hoy, por desgracia –y por lo menos en Naucalpan– esto ha cambiado diametralmente. A plena luz del día ocurren asaltos, asesinatos, narcomensajes y otra serie de “bellezas” que antes eran escenas de películas de terror. Todo bajo la mirada complaciente de las autoridades que, por desgracia y pese a los cambios de administración, no han comprendido que su principal función es: brindar seguridad a los ciudadanos.
@AndresAguileraM