¿Hacia dónde vamos? (Segunda de tres partes)

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El sistema educativo también se transformó, pues –a dicho de la exposición de motivos de la iniciativa del Ejecutivo Federal– es una deuda añeja del gobierno para la sociedad. Se crearon nuevos estándares para maestros y nuevas formas de enseñanza, basado en una legislación que dotaría de eficacia y profesionalismo al cuerpo docente en educación básica, al tiempo que permitiría deshacerse de los malos maestros para abrir brecha a los nuevos, más preparados y con mayor convicción de servicio.

México cuenta con una gran red normalista que han dado pobres resultados en materia educativa. Hoy por hoy el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es la instancia gremial más grande de América Latina y una de las más grandes del mundo. Cuenta entre sus filas, aproximadamente, con casi dos millones de integrantes, en su mayoría normalistas, lo que representa el 2% de la población total del país. Con ese ejército docente, la educación de los niños mexicanos debiera estar garantizada pero ¿qué pasa en la realidad? Ni todos imparten clases y no todos están capacitados para educar a la niñez.

Durante décadas los estándares de selección y nombramiento de los maestros fueron laxos y casi inexistentes. Las plazas se volvieron moneda de cambio para operadores políticos que, durante un tiempo sirvieron al PRI y que, con la alternancia, se venden por igual al mejor postor. Muchos de quienes usurpan las plazas de maestros jamás se han parado al frente de un salón de clases pero sí engrosan las filas de la burocracia sindical. Todo en una actitud complaciente del gobierno hacia un sindicato que, por su representatividad, son un factor político muy importante.

Por ello la creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa es un gran logro del presente gobierno pues, de cumplir con la labor que tiene asignada, habremos de contar con el cuerpo docente más grande y capacitado del mundo. Sin embargo y pese a las bondades expresadas con motivo de esta reforma, el gobierno se ha visto timorato en su aplicación, pues la presión ejercida por el sindicato, principalmente las secciones disidentes que conforman la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), han hecho que las grandes promesas de mejora se vuelvan incumplimientos reiterados y denotan debilidad en la toma de decisiones.

Nuevamente la educación se mantiene en vilo, pues mientras esté secuestrada por intereses y ambiciones políticas, el país está irremediablemente condenado al ostracismo y la inmovilidad.

@AndrésAguileraM