Al reportero Andrés Manuel se le fue la nota, mal reportero…
Y es que, mire usted, hablar de periodistas ya no es asunto de periodistas porque al
gremio, desde el púlpito del Salón de la Tesorería, en Palacio Nacional, se nos ha descalificado, insultado, calumniado e incluso acusado de golpista, un adjetivo fuerte cuyo objetivo entraña el sinónimo de traición.
Y no se trata de responder al licenciado López Obrador en los mismos términos porque justo es lo que busca como un buen provocador callejero, aplicar esas lecciones aprendidas como promotor y beneficiario de la industria de la protesta.
Sí, de esa actividad que le generó pingües ganancias de las que no hay huella porque los dineros producto de esa presión fueron en efectivo, o cheque al portador, como ocurrió con el llamado “Éxodo por la Democracia”.
Aquella marcha a pie que inició en noviembre de 1991 y concluyó en el Zócalo de la capital del país en enero de 1992, amén de lograr le atendieran desde la Secretaría de Gobernación, entonces a cargo de Fernando Gutiérrez Barrios, la demanda de anular comicios en varios municipios tabasqueños, le redituó la cabeza del entonces gobernador Salvador Neme Castillo y un apoyo económico cuyo monto fue ponderado varios millones de pesos; por cierto, en la entrega le faltaron 24 millones de pesos, por los que regresó a la regencia del Distrito Federal a cobrarlos porque, adujo, se los debían.
Y ni qué decir de la Caravana por la Democracia en abril de 1995 cuando presionó al entonces presidente Ernesto Zedillo para que pidiera licencia a la gubernatura Roberto Madrazo Pintado, que recién había tomado posesión del cargo en enero de 1994. López Obrador presumió cajas con supuestos documentos que demostrarían el fraude en la elección de gobernador.
Instaladas en el Zócalo capitalino, dichas cajas nunca fueron abiertas íntegramente, pero en realidad no tenían pruebas. Pero, ¿sabe usted quien debió renunciar al cargo porque no pudo convencer a Roberto Madrazo para que dejara la gubernatura y diera pauta que López Obrador participara en una elección extraordinaria? Esteban Moctezuma Barragán fue obligado a renunciar a la Secretaría de Gobernación; hoy es secretario de Educación Pública en el gabinete de la 4T. Favor con favor se paga.
La información es cierta, documentada e incluso corroborada por testigos de la entrega de aquellos dineros que salieron de la regencia del entonces Departamento del Distrito Federal, a cargo del hoy desaparecido Manuel Camacho Solís, pero cuya presencia en el equipo del señorpresidente está en la persona de Marcelo Ebrard, el vicepresidente con cargo de secretario de Relaciones Exteriores.
¿Y sabe usted quienes informaron de esos periplos, bloqueos y cierres de pozos petroleros, llamados a la resistencia civil para no pagar el servicio de energía eléctrica en Tabasco y manifestaciones callejeras encabezadas por Andrés Manuel? Sí, este periodismo que se practica en México y que en esos tiempos de las administraciones de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo Ponce de León lograba sacudirse censuras oficiales y autocensuras de los dueños de los grandes medios de comunicación impresa y electrónica.
¡Vaya memoria selectiva la del licenciado en ciencias políticas Andrés Manuel!
El hoy señorpresidente cumple con el objetivo de desprestigiar y restar credibilidad a los periodistas de estos tiempos frente al ciudadano que escucha y lee noticias, que observa imágenes de políticos cuyos desencuentros cada día se enfatizan más entre buenos y malos, entre los que militan con disciplina draconiana en la columna lopezobradorista y aquellos a los que el propio licenciado Andrés Manuel descalifica y llama conservadores y golpistas que añoran los tiempos recién pasados porque son señoritingos y machuchones que robaban y se olvidaron de los pobres.
Así, este capítulo que ayer vivió el periodismo nacional –no la industria editorial, no los periódicos, no las televisoras ni las estaciones radiofónicas ni las grandes plataformas digitales— en la conferencia mañanera, embona en la estrategia de la doctrina de Joseph Goebbels (“miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”) para desarmar al enemigo, al opositor de mayor peso restándole credibilidad.
Porque, veamos un ejemplo que puede ser simplista pero es aleccionador de esa mecánica que se despliega en redes sociales y, por citar un caso, en Facebook ha llegado al grado de considerar a López Obrador como un ser divino. Comentaba con mi amigo Miguel Ángel Sánchez de Armas de esa devoción rayana en el fanatismo hacia Andrés Manuel, a quien he comparado con el Niño Fidencio, un personaje del que hace poco publicó un artículo; si, aquel personaje que en la terminal del ferrocarril en Espinazo, Nuevo León, hacía milagros e incluso el entonces presidente Plutarco Elías Calles fue a consultar.
Pero, vaya, el tema es que el señorpresidente cuenta con personeros y oficiosos, a quienes llamo mercenarios del periodismo porque, lo citaba ayer Joaquín López-Dóriga no se les conoce, por lo menos no en un medio de comunicación aunque modesto pero profesional, una sola nota publicada.
El caso es que el licenciado en ciencias políticas, algo pudo haber aprendido de bases teóricas de periodismo que se daban en el tronco común en aquellos años en que estuvo matriculado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. No, definitivamente lo único que aprendió fue la estrategia de la protesta y la descalificación callejera del opositor, del contrincante.
Ahí sus adjetivos, ahí la mecánica de desprestigiar a los periodistas, editorialistas, columnistas, analistas y reporteros de la infantería que no comulgan con su gobierno, que llegan a hacerle preguntas incómodas.
Cómo lograr que aterricen sin chistar sus propuestas, ideas llevadas a la práctica en obras como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles en la terminal aérea militar de Santa Lucía. Simple, la gente debe creerle porque sus críticos son rapaces, bandidos, chayoteros, faltos de ética, conservadores, fifís, golpistas.
Lo peor son estos malditos periodistas que no lo dejan gobernar pero que, margen aparte de las propias estructuras e intereses personales, son elemento toral del contrapeso frente al poder público, el máximo poder feudal que ha desplegado el objetivo de cambiar a México pero sin plan, ayuno de proyecto de país.
Así, cuando a Andrés Manuel le plantearon-sembraron una pregunta, perversamente, de por qué “los lunes el vocero Jesús Ramírez o usted pudiéramos también tener el pulso de las noticias para conocer qué noticias son falsas o qué noticias son verdaderas, tanto en la prensa escrita, tanto en la radio y la televisión. Si pudiera ser viable, esa sería mi pregunta. Le agradezco”.
--Pero se cae eso por su propio peso –respondió López Obrador--. Eso no está teniendo éxito; incluso, no sé si ustedes lo han notado, pero veo que le han bajado, a lo mejor yo no estoy tan al tanto, pero ya no hay tantas noticias falsas porque como que se les está revirtiendo, como que tienen un efecto de búmeran, ya no hay tantas, y eso hay que agradecerlo. Además, a lo mejor ya se les está acabando el dinero o ya no quieren seguir pagando bots, porque eso cuesta, pero si lo están haciendo porque quieren actuar de manera responsable, bienvenido, qué bueno ese cambio de actitud.
Pero no, no creo que haga falta. Poco a poco, esos excesos se van a ir haciendo a un lado, ya la gente no les cree a quienes mienten, a quienes exageran. ¿Ustedes creen que no aburre abrir un periódico, El Universal, por ejemplo, o el Reforma, y no encontraran nada bueno del gobierno? Todo malo, todo malo; pero no sólo las notas, los articulistas supuestamente independientes, todos.
Antes, en El Universal se presumía de que tenían una línea editorial gobiernista, pero sus articulistas eran independientes, había pluralidad en los editoriales, porque escribía un dirigente de oposición, algún escritor destacado verdaderamente independiente, los moneros. Ya no queda nada, solo los moneros, creo que todavía está Helio Flores, sí está, pero los articulistas, los que escriben la editorial, puro conservador.
Y del Reforma ya ni hablamos, lo mismo TV Azteca y lo mismo Televisa y ¿cómo se llama, Excélsior, el director de Excélsior?, como el director de Milenio, no sé si todavía es director de Milenio, Marín.
Sí, el diagnóstico del señorpresidente es que a sus críticos, a quienes piensan diferente a él, a los periodistas del contrapeso del poder se les está revirtiendo lo que piensan, dicen y escriben. Malo, malo. ¿Es buena prensa la que aplaude?, le preguntó una colega sonorense al licenciado López Obrador y éste se salió por la tangente. Perdió la nota.
¿Para qué enojarse?, ¿para qué pensar en desplegados y responderle? Seamos contrapeso del poder. Aquellos que arrastren pecados cometidos en los tiempos de vino y rosas, sabrán dirimir diferencias con su conciencia; no es mi papel juzgar al colega pecador. ¡Vaya con el reportero Andrés Manuel! Impresionante su forma de volar la nota y practicar el amarillismo. Conste.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
www.entresemana.mx
@msanchezlimon