Solidaridad con mi compadre Alfredo Camacho
¿De quién es la culpa del colapso del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México que se suma a la pandemia de coronavirus, en su cresta de mayor crisis desde que irrumpió en el país?
¡De los que dejaron el cochinero a la 4T! Acusan los prístinos y honestos que tomaron por asalto a la administración pública federal y de la capital del país, centro nervioso de la república mexicana.
¿A poco no?, diría el chico de los dieces que quiso ser Presidente y se quedó en el intento, objeto de burla en vivo y en cobertura nacional en aquel debate que al hoy inquilino de Palacio presentó tal cual, en su dimensión populachera que no popular y bravucón de barriada.
“Ricky Riquín Canallín” llamó Andrés Manuel a Ricardo Anaya, en el segundo debate de los entonces candidatos presidenciales, el 21 de mayo de 2018. Y todo mundo festejó la gracejada que se convirtió en praxis mañanera.
Pero, ¿de quién o quiénes, es la culpa de la explosión e incendio ocurrido el sábado 9 de enero en uno de los cuatro transformadores de la Subestación del Sistema de Transporte Colectivo Metro, que afectó al Centro de Control 1, en la calle de Delicias, Centro Histórico de la Ciudad de México?
SEPTIEMBRE DE 2011. “Un día conocí a Claudia Sheinbaum, era mi compañera de edificio; las dos acabábamos de regresar y éramos las jóvenes recién doctoradas, siempre me cautivó su inteligencia. Al cabo del tiempo nos hicimos amigas.
“Ella fue la que me invitó a colaborar en el D. F.; yo le dije que no me imaginaba como funcionaria pública. Recuerdo que pocos días después estaba en mi casa viendo la televisión y Andrés Manuel López Obrador estaba presentando su gabinete: el 60 % eran mujeres. Pensé: “resulta que este hombre va a gobernar la ciudad con mujeres y yo por comodidad he dicho que no””, declaró la doctora Florencia Serranía Soto a Verónica Benítez Escudero, para la Sección Entrevistas del Banco de Información del Instituto de Ingeniería de la UNAM.
Bueno, bueno. Desde el 3 de diciembre de 2018, de lunes a viernes, en la homilía mañanera ofrecida en el Salón de la Tesorería, en Palacio Nacional, es recurrente escuchar pretextos y explicaciones variopintas de suyo falaces, con pinceladas de romántica y heroica historia patria salpicada de insultos y descalificaciones para cometer y ordenar todo tipo de barbaridades desde la Presidencia de la República; o para ponerse a salvo de yerros cometidos.
Desaparecieron estancias infantiles, se retiró el apoyo a mujeres en situación vulnerable, la edad para recibir apoyo se amplió a 68 años, se canceló la construcción del Aeropuerto Internacional en la zona de Texcoco, desaparecieron fideicomisos, ha habido despidos fulminantes de personal experimentado en dependencias y organismos de participación estatal, se recortó presupuesto en aras de la austeridad republicana pero hay con vastedad para obras faraónicas, hubo subejercicio presupuestal en el sector salud y, en fin, un cúmulo de etcéteras, con el pretexto de combatir a la corrupción.
¿Se extinguió la especie corrupta y la corruptora?
No, al contrario, galopa en lomos de la impunidad reflejada en más de 80 por ciento de las adjudicaciones directas, es decir, sin licitación de adquisiciones y otorgamiento de obras y servicios del gobierno de la 4T, amén de los escándalos inmobiliarios del señor licenciado Manuel Bartlett Díaz y su hijo, y del matrimonio Sandoval-Ackerman y otros exonerados por la dependencia que casualmente administra la doctora Irma Eréndira, cuyo hermano estuvo a un tris de convertirse en candidato de Morena al gobierno de Guerrero.
Porque, mire usted, fuera de Rosario Robles Berlanga y Genaro García Luna, actores de diferente pulso, no hay un pez gordo de los tiempos neoliberales que el adalid justiciero haya metido a prisión; el caso del fracasado niño cantor Emilio Lozoya Austin resultó una broma de mal gusto, con pésima dirección de escena del doctor Alejandro Gertz Manero.
Dos años en los que el licenciado López Obrador culpa al pasado para justificar su presente que, por ejemplo, lo sorprendió con los dedos entre la puerta, con menguados recursos para atender a la pandemia del coronavirus que, junto con el subsecretario Hugo López-Gatell, minimizó en febrero de 2020. La realidad los instala falaces: hasta el inicio de esta semana, 134 mil 368 personas han perdido la vida por el Covid-19, virus que ha infectado a un millón 541 mil.
¿Y quién o quiénes, son responsables de la falta de mantenimiento en el STC Metro que tiene transformadores de alimentación de energía eléctrica con antigüedad de medio siglo?
SEPTIEMBRE DE 2011. “Entre mis anécdotas recuerdo que en un viaje a las oficinas de la ciudad de México me estaban esperando los grandes jefes, porque el superintendente de obra me había acusado de que había instalado los enfriadores de las cámaras de refrigeración al revés y estaban generando aire caliente. Creí que me iban a meter a la cárcel; tenía 23 años. Ahí empecé a tomar conciencia de lo que significa la responsabilidad en el trabajo”, contó la doctora Serranía Soto como una de sus anécdotas de vida profesional.
Cuando el 5 de diciembre de 2018 tomó posesión de la Dirección General del STC Metro, en Linkedin calificaron a la doctora Serranía Soto:
“Florencia es una ejecutiva muy eficaz y rigurosa, con una gran inteligencia para trabajos de misión crítica. Personalidad fuerte y firme de convicciones. Y con una gran experiencia en puestos de alto nivel de responsabilidad, tanto técnica como política”.
SÁBADO 09 DE ENERO DE 2020. El incendio en la subestación alimentadora del Metro había sido sofocado cuando la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ofreció conferencia de prensa junto con su amiga, también doctora, Florencia Serranía Soto, y el secretario de Movilidad, Andrés Lajous Loaeza.
Serranía Soto pretendió evadir responsabilidades y acotó:
“Hay que reiterar que por estatuto, el mantenimiento y los programas de mantenimiento son responsabilidad de la gerencia de instalaciones fijas y sus subgerencias por especialidades”.
--Entonces usted no es la responsable, digamos, de esta área y no tendría ninguna responsabilidad en todo caso por el incendio—atajó Selene Velasco, reportera de Reforma.
--A ver, yo soy la directora general del Metro, solamente--, respondió nerviosa la doctora Florencia. Metida en un atolladero, Claudia Sheinbaum salió capote en mano a desviar al miura que arrinconaba a su amiga.
--Es importante mencionar, Selene, que esa pregunta ya se repitió y la voy a volver a contestar. Para eso hay un peritaje, una revisión técnica, y derivado del peritaje se verá si hay sanciones administrativas para algún servidor, pero no podemos adelantarnos—dijo Sheinbaum Pardo sin responder expresamente a la pregunta.
¿SÓLO DIRECTORA GENERAL DEL METRO? Lo cierto es que, en un exceso de soberbia para demostrar su capacidad profesional, amén de que en el periodo de la jefatura de Gobierno de Andrés Manuel se desempeñó en el mismo cargo de directora general del STC Metro, el 30 de noviembre presumió haber asumido las responsabilidades de la Subdirección General de Mantenimiento del organismo.
Ese día, el diputado local Jorge Gaviño, ex director general del Metro, la cuestionó por la vacante en esa Subdirección. Con la sencillez que caracteriza a los colaboradores del licenciado López Obrador y de la doctora Sheinbaum Pardo, la doctor Serranía Soto le despachó humilde y sencillita respuesta a Gaviño. Lea usted:
--La vacante de subdirector general de mantenimiento, doctor Gaviño, es que yo soy la subdirectora general de Mantenimiento, o sea el Metro tiene tantos problemas que decidí durante este año tomar esa posición doble para poder instrumentar integralmente lo que requiere el Metro y dejar de escuchar, porque ni modo que me queje a mí misma, de que si el responsable es Vías o el responsable es Material Rodante o el responsable es Instalaciones Fijas, entonces desde ahí estamos instrumentando el nuevo programa de restructuración del Metro, no es una posición, el Metro requiere una reestructura porque somos una empresa con un grado de obsolescencia muy fuerte (…) porque estaba basado en su creación de hace 50 años.
¿Renunciará o la despedirá Claudia Sheinbaum? Nada, nada. La doctora Serranía se queda en el cargo; además, la jefa de Gobierno sonrió y presumió que su amiga es ingeniera mecánica eléctrica y “una doctora muy competente”. ¿Alguna duda?
¿Y QUÉ OPINA EL LICENCIADO PRESIDENTE? Bueeeno. Después de la faena de la doctora Sheinbaum frente a los periodistas fifí, representantes de los inmundos pasquines neoliberales y que andan ardidos, el licenciado Andrés Manuel puso su granito de arena en la mañanera.
“Entonces –refirió el señorpresidente-- es importante que se sepa que nosotros llegamos aquí para transformar y por eso, aunque no les guste, vamos a seguir revisando todo el cochinero que dejaron, vamos a seguir hablando de eso. También aprovecho para decir a nuestros adversarios que no es cierto que se le haya negado presupuesto al gobierno de la ciudad para el mantenimiento del Metro, es falso. Es que son malos de 'Malolandia’ nuestros adversarios”. ¡Sopas!
COROLARIO. “Dos años después cambian al director del metro y el jefe de Gobierno (López Obrador) me consideró para ocupar la Dirección General. Mi carrera dentro del Gobierno fue muy formativa y el Metro fue como culminar otro doctorado: pasé de tener 3 mil a 15 mil empleados, de manejar un presupuesto de 800 millones a 14 mil millones, de 10 proyectos prioritarios a 60 proyectos prioritarios cada año. El cambio fue exponencial, la presión muy fuerte, el trabajo muy duro, pero lo que me dejó fue un gran conocimiento del manejo de masas en transporte público”, declaró en septiembre de 2011 la doctora Florencia Serranía Soto.
Pero, de doctora a doctora y licenciado en voz emergente, ¿quién o quiénes responden por la explosión e incendio en la Subestación del STC Metro que afectó al Centro de Control 1 y desmadró a la columna vertebral del transporte público capitalino en perjuicio de millones de usuarios?
Sin duda habrá chivos expiatorios o se reservará el resultado de las investigaciones por “seguridad nacional”, como el gasto de los segundos pisos en aquella administración lópezobradorista en la que se pretendió frenar la creación del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México. ¡Viva la opacidad! ¡Muera el INAI! Conste.
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@msanchezlimon