Entresemana (Moisés Sánchez Limón)

La orden que se dio desde la oficina del vocero presidencial para el trato con la prensa y cómo atender a la crítica de la oposición reflejada en los medios de comunicación fue simple, palabras más, palabras menos: no les hagan caso, déjenlos que digan lo que quieran, no respondan, ya se cansarán.

La historia es terca, cíclica pero poco aleccionadora para las mentes de supuesta estructura revolucionaria y justiciera, éstas que se disciplinan con banderías que responden a sus intereses no satisfechos en los espacios que los encumbraron.

A Moy y Yaz en su cumple…

Jesús Zambrano Grijalva, dirigente del Partido de la Revolución Democrática, conoce a Andrés Manuel López Obrador y lo conoce bien, tanto que no duda en llamarlo un desleal, traidor y mentiroso.

¿Cuál es la diferencia entre acusar y denostar? ¿Se calumnia con la verdad? ¿Los medios públicos, brazo de la propaganda oficial y el académico Ackerman a Notimex? 

Cuando en 1970 debutó el “arriba y adelante”, treinta años del periodo de desarrollo estabilizador se desbarrancaron con medidas populistas que engordaron al aparato estatal con la creación de fondos, fideicomisos, cientos de miles de empleos en la burocracia y cargos para amigos y compadres –te quito para ponerme--, con la bandera de atender demandas sociales pero se convirtieron en fuente de corrupción, saqueo y nuevos millonarios. 

Tiempos de la 4T. Lo que ocurre y se aplica a pie juntillas en el país, es consecuencia elemental del dictado del Evangelio según San Andrés Manuel, cuyas epístolas registran puntualmente en las mañanas los enviados de la prensa conservadora y la oficiosa, la primera que aguanta a pie firme la retahíla de descalificaciones e injurias y la segunda que aplaude y sonríe cómplice con la sinrazón voluntarista del prócer investido mesías por cuenta propia.