Hace casi un año, los nombres de Pedro Kumamoto, Manuel Clouthier y Jaime Rodríguez “El Bronco” resonaban y hacían eco profundo en el sistema político mexicano, haciéndole cimbrar desde sus cimientos y obligándole a replantearse, debido por supuesto, a lo que parecía una oleada de temor a causa de una nueva revolución que en manos de los candidatos independientes se comenzaba a fraguar.
Así pues, con una gubernatura como estandarte de victoria y la percepción de un crecimiento consistente en esta figura, diversas Entidades Federativas comandadas por las bancadas de los Partidos Políticos tradicionales comenzaron de común acuerdo (como no muchas veces sucede) a aprobar diversas disposiciones que hacían más ardua la obtención de este tipo de postulaciones, se hablaba incluso de una conspiración a nivel nacional que buscaba apagar ese fuego antes de que consumiera más espacios públicos.
Para el siguiente proceso electoral, me refiero al de este 2016, a pesar de las medidas impuestas por algunos Congresos Locales, los independientes siguieron bien presentes, aumentando su número hasta llegar a duplicarle comparado con los comicios del año anterior y prestos a continuar con la tendencia mencionada se encaminaron hacia nuevas conquistas, sin embargo, el ímpetu con el que alguna vez ganaron tantos adeptos, de pronto se vio nulificado.
Salvo José Luis Barraza en Chihuahua (declinando a favor de Javier Corral del PAN), ninguno de los otros 9 candidatos independientes que contienden por alguna gubernatura, poseen posibilidades reales para alcanzar su cometido o volverse al menos factor real en la elección; todos ellos según Integralia que dirige Luis Carlos Ugalde no han figurado, ni tampoco despuntado en estos comicios, hecho que se observa en sus actuales números en la intención del voto mismos que no alcanzan siquiera los dos dígitos. Por ejemplo: Ana Teresa Aranda Orozco de Puebla, y Gabriel Arellano Espinosa de Aguascalientes poseen el 5% de las preferencias, Juan Bueno Torlo de Veracruz y Rogelio Soto Acuña de Zacatecas alcanzan el 3% y en Durango y Tlaxcala, los independientes llegan a difícilmente al 2%. En suma, el efecto bronco pese al apoyo directo de este Gobernador con varios candidatos independientes, no se trasladó a estos comicios.
Ciertamente, las condiciones que se presentaban en Nuevo León hace un año, no son las mismas que convergen en los actuales estados con elecciones, y repetir un fenómeno como el del Bronco, para nada que sea cuestión de decisión inmediata, se necesitan de muchos factores y tiempos para que una figura se pueda alzar de esa manera, recordemos a Fox en su momento o Donald Trump actualmente en Estados Unidos.
Además de ello, la ciudadanía siempre observante seguramente se ha preguntado: ¿Qué tan independientes son los independientes? ¿A caso no recurren a sus antiguos colaboradores de partido para gobernar?
Sin duda alguna, tiempo de prueba para las candidaturas independientes.
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