En mi experiencia profesional, académica y personal, les digo la frase siguiente: de la muerte y del fisco, nadie se escapa, y así es. La base que todo Estado Nación en el mundo tiene para hacer frente a sus compromisos de servicios,
como el pago de salarios a sus empleados, salud, educación, seguridad, etc, es financiado a través de las contribuciones que todos hacemos en mayor o en menor medida, desde que nacemos hasta que morimos, pero es la única forma legal que se tiene para el Gasto público, que por cierto en México, hace unos días la Cámara de Diputados federal autorizó el Presupuesto de Egresos federal asciende a más de 5 billones de pesos( cinco millones de millones).
Sin entrar en el debate de que si es justo y equitativo el pago de impuestos, siempre la naturaleza humana, genera de manera natural, la búsqueda de incrementar la fortuna personal y eso implica buscar mecanismos para disminuir las contribuciones al Gobierno.
En el 2016, los Pánama Papers dieron a conocer mecanismo internacionales para evadir impuestos, en días pasados un nuevo capítulo de paraísos fiscales, el cual en esta ocasión, involucra a algunos de los más poderosos hombres y mujeres en todo el orbe (Mandatarios de Estado, empresarios, artistas y deportistas de elite); este nuevo episodio titulado: “Paradise Papers”, hace evidente que la práctica de la evasión fiscal, entendida como la actividad tendiente a sustraer, total o parcialmente, a través de cualquier procedimiento y en propio beneficio, un impuesto legalmente debido a la Administración Tributaria, es fenómeno que se encuentra profundamente arraigada en cualquier estrato social arraigado.
Capta la atención por supuesto, que en esta ocasión los señalados sean individuos que generan opinión pública, personas cuyas imágenes son usadas en todo tipo de medios propagandísticos, viejos conocidos que abogan por el bienestar social a través de sus fundaciones o de sus donativos, e incluso altos funcionarios de estado, quienes son responsables de avalar la política fiscal de sus países o agentes en el cumplimiento de la misma, pero por sobre todo se trata de individuos con un altísimo poder adquisitivo. A modo ilustrativo, Bloomberg ha señalado que una tercera parte de las 200 personas más ricas del mundo, (aproximadamente US $2.9 trillones) llevan el manejo de sus fortunas a través de estas compañías de offshore o paraísos fiscales quienes básicamente canalizan el dinero, activos o ganancias de sus clientes a un lugar fuera de las regulaciones del propio país al que pertenecen con la finalidad beneficiarse de menores impuestos de menores impuestos.
Estamos en efecto, frente al incumplimiento evidente de una obligación que de manera particular como ciudadanos y contribuyentes poseemos, sin embargo, los montos que se han develado a través de esta noticia, hacen llevarnos a cálculos como los obtenidos por El Boston Consulting Group, quienes mencionan, que US$10 billones están guardados en centros offshore, monto que equivale al producto interno bruto combinado de Reino Unido, Francia y Japón aproximadamente. Por supuesto alguien debe pagar esas cuentas, y esos avales involuntarios han sido y somos generalmente la clase media que en todo el mundo seguimos siendo el sostén del Gasto Público.