¡Con qué cara!

SINGLADURA

Ante tanto  aguijón que ha recibido el presidente Enrique Peña Nieto,  uno se pregunta con qué cara anda por allí. Claro, imagino que  debe resultarle difícil resistir cuando todavía le restan poco más de dos años para concluir su sexenio. Debe ser una hazaña de sobrevivencia  para él, su esposa y aún sus hijos. Imagine qué pensará de él su

propia familia. Casi estoy seguro de que o hay una interrogante mayor entre sus miembros sobre lo que se dice del presidente, o ya ni siquiera se acercan a conocer nada  de lo que está ocurriendo en México durante este sexenio. No me lo imagino tratando de explicar a cada uno de los miembros de su familia sobre los escándalos que han sacudido su presidencia y aún antes de ascender a ella, entre ellos los libros que no pudo citar en la Fil de Guadalajara, el caso de los 43 normalistas desaparecidos, los hechos de Tanhuato, la fuga de “El Chapo”,  el escándalo de la Casa Blanca y más recientemente el plagio de su tesis de licenciatura.

Esto sin contar el caso de Mauricio Pierdant en el apartamento de Miami, el conflicto con el magisterio y la iniciativa sobre los matrimonios igualitarios, blanco del total repudio de la alta jerarquía católica, al grado de que el coordinador priista del Senado, Emilio Gamboa, ya enfrió la iniciativa en un intento para aplacar la ira clerical. Cómo ha de sentirse el presidente Peña cuando casi seguramente sus hijos, varios de ellos ya en edad adulta,  le preguntan sobre estos asuntos y/o temas del país que gobierna.

¿Qué cara pondrá el presidente? Cómo explicará a sus hijos y esposa que todo esto es parte de una conjura en su contra, atizada por muchos sectores y grupos políticos que tratan de desacreditar su obra, su empeño por sacar al país del atraso y proyectarlo hacia un futuro luminoso.

¡Con qué cara! Podrá andar por allí el presidente para explicar las bondades de la reforma energética, que no acaba de entender  una inmensa mayoría de mexicanos, tan rejegos éstos.

Sobre el lento caminar de la economía, la persistente devaluación del peso, el alto desempleo y la inflación, supongo que de eso poco entenderán  los miembros de la familia presidencial, tan ajenos a esos avatares y apuros. ¿O no?

Es probable, supongo, que ya varios de los miembros de la familia presidencial hayan puesto una sana distancia del país para evitar la pena de la circunstancia nacional, que busca gobernar el presidente no exento de sobresaltos y dardos continuos.

¡Con qué cara! Andará el presidente estos días, cuando una serie de sondeos revelan que su popularidad ronda el 20 por ciento y en las redes lo aguijonean todo el tiempo y por los motivos más diversos.

Ha de resultar pesado, difícil para el presidente levantarse cada día de la cama para enfrentar una circunstancia nacional y personal que a todas luces resulta muy poco gratificante.

Quizá por ello hace unos días censuró que se olviden y se dejen de lado las buenas noticias “que mucho cuentan, que impactan positivamente en la vida y en la vida cotidiana de las familias mexicanas. Hay que rescatarlas, porque hay muy buenas noticias", dijo.

Imagino que esas son las que él da a su familia, “muy buenas noticias”.

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