Columna PERCEPCIONES / La verdad de los de a pie
Honestamente creo que el Presidente de la República debe de envidiar la suerte que tiene Miguel Ángel Mancera.
Ante el menor error del primero, de inmediato se convierte en burlas en redes sociales, disminuye su popularidad
y dura meses siendo motivo de comentarios irónicos; mientras que el segundo también comete grandes pifias, pero se le perdonan en menor tiempo.
Enrique Peña Nieto, tiene fama de ser leal con sus amigos y hasta de perdonarles sus torpezas hasta niveles más allá de los que su responsabilidad le exige; Mancera, por su parte, no le es fiel a nada y así, aunque aparece como el más probable candidato a la presidencia por parte del PRD, él ni siquiera está afiliado y mientras Peña Nieto le ha sido leal hasta el encubrimiento a Monrreal, pregúntenle ustedes a Ebrard lo que opina de la lealtad del que fue su Procurador.
Mientras que al Presidente no se le deja de recriminar, con justa razón, el tema de la Casa Blanca, nadie decimos nada de los negocios de macetas que el gobierno de la ciudad hizo para colocar estos artefactos en las principales vías de tránsito. Si Peña Nieto hubiera creado los desordenes viales que se le ocurrieron a Mancera en materia de movilidad y que, en la percepción ciudadana, contribuyeron a que la contaminación de nueva cuenta creciera, seguramente seguiríamos haciendo mofa de estas decisiones. Es cierto, no olvidamos lo de la Casa Blanca pero, y es pregunta, ¿No nos extraña la proliferación de los restaurantes de los Bísquets de Álvaro Obregón? y de eso nadie comenta nada.
Un tema fundamental que marca la diferencia entre la suerte de uno y otro, es el enfrentamiento que tienen con la iglesia, mientras que el Presidente de la República es confrontado por la alta clerecía del país, acusado de traicionar los acuerdos tomados con el Vaticano y se le organizan marchas y se ocupan espacios mediáticos para evitar que su iniciativa sobre los matrimonios igualitarios prospere, nadie se queja de Mancera, quien ha abierto las puertas de la ciudad a los movimientos gay, pintó los taxis y las paredes públicas de la ciudad de color rosa, mantiene el permiso para el aborto, la realización de matrimonios entre personas del mismo género y adopción por parte de las mismas , y no es que quien esto escribe esté en contra de ello, me encanta la liberalidad de mi ciudad, pero si remarco que la iglesia enfrenta al primero y es totalmente permisible con el segundo.
Con facilidad a Mancera le perdonamos que un ciudadano que sea captado por una cámara de seguridad por exceder mínimamente un límite de velocidad, sea multado, pero en caso de asalto en la vía pública, las citadas cámaras no sirven para recuperar lo robado; también le condonamos la colusión entre operadores de grúas y franeleros, pingüe negocio para las arcas y los bolsillos de unos cuantos. Es más, es tan suertudo, que rindió un mediocre 4º informe, pero las notas se fueron con su queja de que a la CDMX, se le está ahorcando con el recorte y el incumplimiento del Fondo de Capitalidad.
Percibo que en materia de popularidad, la suerte de Mancera es superior a la de Peña ¿o será que el segundo no cuenta con un equipo fiel? Usted ¿qué percibe?