La movilidad los inmoviliza.

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Columna PERCEPCIONES /La verdad de los de a pie

 

Cuando fue cuestionado por la inquisición Galileo Galilei en un último acto de respeto por la verdad murmuró: “Y sin embargo se mueve”.

 

Otra frase que habla de movimiento y realidad política, es aquella pronunciada por quien fue eterno líder Cetemista, Fidel Velázquez, quien con su retorcido colmillo sentenció: “El que se mueve no sale en la foto”.

 

Parece ser que el movimiento, la capacidad de transitar ha sido y es, un punto sustancial para los hombres, y máxime ahora que las grandes urbes se encuentran saturadas y el traslado de unos cuantos kilómetros, toman ya el mismo tiempo que aquel que se requería en la época de la colonia yendo a caballo.

 

Este mal que aqueja a quienes habitamos una de las ciudades más grandes del mundo, no es comprendido por Miguel Ángel Mancera en plenitud, él cree que la movilidad se decreta y corrige la realidad, él supone que por instrucciones suyas una ciudad enorme puede ser recorrida en bicicleta, y un reducido número de transporte pueden llevar de un sitio a otro a millones y millones de personas que diariamente deben apretujarse en metrobuses, vagones del metro y suicidas autobuses. 

 

Y esta difícil situación, también repercute en capitalinos que decidieron cambiar su ubicación.

 

Luis Hidalgo se fue a vivir a Guadalajara, vino de visita a su aún querida CDMX y decidió recorrer el Centro Histórico; arribó desde Tlalpan para tomar 20 de noviembre, se pegó al carril de la extrema derecha y fue detenido. Un agente de tránsito le hizo ver que iba circulando sobre un carril que está dedicado a la circulación de bicicletas, él atónito le dijo, “no lo sabía, hace años que no venía a la ciudad y no encuentro la señalización que así lo indique, además no veo ninguna bicicleta circulando en el carril”. El agente de tránsito hizo caso omiso de los comentarios, lo multó y lo obligó a llevar su vehículo al corralón, a perder un día de visita y a pagar una elevadísima multa.

 

Federico Alcántara, se fue feliz a vivir a Querétaro, cuando supo que se construiría un tren bala con el que haría minutos en llegar al entonces todavía D.F., pensó que aunque nuestro país está totalmente centralizado podría hacerlo rápidamente. Al país el priismo lo puso en quiebra, y no se construirá el tan necesario transporte.

 

A Cuernavaca se fue a vivir Oscar González, al igual que en el caso anterior tiene la necesidad de venir por lo menos dos veces por semana. Después de las últimas contingencias y del endurecimiento y la normatividad para verificar los automóviles y dado que en el Edo. de Morelos no se cuenta con el suficiente número de centros verificadores, decidió hacer este trámite voluntariamente en la CDMX. Llegó a un Centro Verificador temprano, a las 7 am, le dijeron que ya estaban saturados, que volviera al día siguiente igual temprano, con desesperación y frustración regresó a Cuernavaca, retornó al siguiente amanecer solo para que le dijeran que lo podían atender hasta las 19 hrs. si pagaba quinientos pesos y a las 17 hrs. si pagaba mil.

 

La necesaria movilidad inmoviliza a nuestros funcionarios, pero no a sus subalternos que saben sacar pingües ganancias de los reglamentos que nos imponen.