Columna
El día de ayer (8 de marzo) Antonio Gutres Secretario General de las Naciones Unidas presentó la nueva estrategia para combatir el abuso y la explotación sexual. El discurso atendía a una necesidad actual que es la atención a las víctimas, pero también a una respuesta política a los casos de abuso sexual cometidos por elementos de las misiones
de paz en las regiones donde fueron desplegados. Sin embargo, el tema va más allá de un tema político y coyuntural.
Las mujeres tradicionalmente han sido identificadas en los conflictos armados como víctimas parte del botín de guerra que se lleva el “ganador” o como un instrumento de limpieza étnica a través de esterilizaciones y/o feminicidios, pero muy difícilmente se han consolidado como parte sustantiva de la solución a los conflictos armados y los procesos de restablecimiento de la paz.
De acuerdo a Global Peace Index 2016 únicamente 10 Estados se encontraban libres de conflictos armados (de una muestra de 163). Cabe señalar que la ONU reconoce 193 estados. De los estados catalogados en conflicto, 16 cuentan con misiones de paz (principalmente en el continente africano). Dentro de estas misiones 4,164 son mujeres y 96,067 hombres. El no solo refleja un dato de disparidad, si no que es muestra de la fuerte masculinización que existe en las estructuras de las instituciones de seguridad y que dejan muy poco espacio para las mujeres. Sin embargo, más allá de lograr un 50 -50; lo que es indispensable mencionar es “Porque es importante involucrar a las mujeres como parte de la solución a los conflictos armados y a los procesos de restitución y mantenimiento de la paz”.
A nivel internacional la ONU ya se han generado algunos documentos que abordan el tema, dónde el punto central es sensibilizar a los actores internacionales de que el involucramiento de la mujer en estos procesos es imprescindible. Y este hecho radica en que en los conflictos armados una estrategia de guerra que tiene como fin humillar al oponente, aterrorizar y destruir a la sociedad es la violencia sexual contra las mujeres y niñas. Lo cual tiene implicaciones que trascienden al conflicto armado, como situaciones facilitan un escenario para la trata o situaciones de vulnerabilidad en temas de salud por cuestiones de contagios de ETS como VIH, VPH, o situación que se fusionan con situaciones de desarrollo humano por los embarazos. Así como otras cuestiones que se desencadenan como atención psicológica, atención a la población de menores que quedan huérfanos etc…
Como se puede observar, el restablecimiento del orden y la paz va más allá del tema del tema de la fuerza y las armas, tiene una cara humana que demanda que las acciones que se tomen para restablecer el Estado de Derecho involucren políticas públicas con perspectiva de género. Y esto únicamente puede ser logrado si se logra empatía con las víctimas de los conflictos armados, donde difícilmente puede lograrse en un ambiente donde impera la masculinización.
El por ello que el papel de las mujeres debe ser considerado desde tres escenarios mínimos:
1.- Las mujeres deben ser parte fundamental de los agrupamientos de las misiones de paz con el propósito de identificar y atender a las víctimas de violencia sexual con el propósito de generar un vínculo de empatía, protección y seguridad.
2.- Deben formar parte de los equipos de trabajo encargados de diseñar las políticas públicas que serán implementadas a consecuencia del conflicto armado, con el propósito de incluir políticas dirigidas específicamente a las víctimas y con el propósito de evitar una doble victimización y garantizar la perspectiva de género en el nuevo proyecto del nuevo Estado.
3.- Las victimas (niñas y mujeres) deben ser tratadas con dignidad, dejar de ser vistas como objeto sexual que normaliza su posición de “botín de guerra” o “arma en contra de adversario”, se debe de trabajar por eliminar la cosificación de las mujeres y que dejen de ser vistas como una estadística de “perdidas, bajas” de guerra. Sino como víctimas a las que se les debe “justicia” y trabajar porque no quede en la impunidad su situación.
Sólo por poner en perspectiva… algunos datos de la ONU:
- En la República Democrática del Congo se reportan aproximadamente 1,100 violaciones al mes, con un promedio de 36 mujeres y niñas violadas cada día. Se cree que más de 200,000 mujeres han sufrido de violencia sexual en ese país desde que inició el conflicto armado.
- Entre 250,000 y 500,000 mujeres fueron violadas durante el genocidio de 1994 en Rwanda.
- La violencia sexual fue una característica particular de la guerra civil que duró 14 años en Liberia. Entre 20,000 y 50,000 mujeres fueron violadas durante el conflicto de Bosnia, a principios de la década de 1990.
- La violación sexual de mujeres y niñas está omnipresente en el conflicto de la región de Darfur de Sudán.
Es por ello que no es lo más importante el número de mujeres que participen en la solución, lo importante es que participen y asegurarnos de que las posiciones en las que estén colocadas estas mujeres sean estratégicas. Es decir preguntarnos si es la posición adecuada para proteger a otras mujeres y si cuentan con el poder de influir en el proceso de toma de decisiones.
Flor Castillo
M.A. International Relations and Political Science
International Security Expert