Vivir con menos de dos dólares al día

eslaeconomia

De los grandes dilemas sociales vigentes consiste en definir cuál de los modelos políticos actuales sirve mejor a los intereses de la gente, es decir, si lo que conviene son los esquemas que los populistas proponen o bien debemos de continuar bajo las premisas

liberales que rigen la mayor parte del mundo, pero que también han generado contrastes como es vivir en un mundo donde la mitad de la población vive con menos de dos dólares diarios. Los antisistemas están cimbrando los esquemas mundiales, en Europa el populismo de derecha ha tenido un auge relevante dado los resultados de exclusión de un alto porcentaje de la población.

Austria y Holanda acaban de pasar por un proceso electoral donde la derecha populista estuvo a punto triunfar y con ello poner en jaque a las democracias liberales. El meollo del asunto es que otras ofertas están ganando terreno de manera natural en la sociedad, entre otras cosas por el alto grado de desigualdades que el modelo vigente ha dejado. Hoy, la propia ONU ha declarado que el mundo enfrenta su peor momento de crisis humanitaria en décadas, donde 20 millones de personas presentan incomparables niveles de inseguridad alimentaria, como en Yemen, Sudán del Sur, Somalia y el noroeste de Nigeria. Con diversas explicaciones sobre su origen y causas.

Y uno de los indicadores preferidos cuando se habla de desigualdades y pobreza es la referencia del Banco de México sobre los países y su población que vive al día con menos de 1.90 dólares. Pero debemos ir más allá de las cifras y comenzar a respondernos qué es lo que está pasando en el concierto mundial, por qué se está optando por otras opciones políticas, qué se ha dejado de hacer.

Una respuesta posible para los niveles de desigualdad actuales que se originan desde cuestiones estructurales como una guerra, un desastre natural, hasta de tipo coyuntural como una crisis económica, pero al final, la conclusión de la sociedad es uno: el esquema actual no los ha atendido o no les ha entendido. Y eso pasa constantemente porque quienes deciden lo hacen desde la comodidad de las oficinas públicas, desde el confort del discurso y el análisis técnico. No digo con ello que debemos de pasar por la pobreza, experimentarla para entenderle, pero sí debemos de salir de esa zona confortable que dan los sueldos y prestaciones públicas para caminar entre las comunidades, para escuchar a la gente sin que haya necesidad de que sean tiempos electorales, es decir, como una actividad permanente. Estamos hablando de sensibilizar al decisor, pero también el servidor público que opera los programas, porque parte del problema radica precisamente en el divorcio que existe entre la definición de un programa y el encargado de aplicarlo, una cosa es la exposición de motivos y otra los motivos del responsable de ponerlo en práctica. Sensibilizarnos es un buen camino, no hace falta, por ejemplo una catástrofe alimentaria como la que se vive en Yemen donde cerca de 7 millones de personas enfrentan una grave crisis alimentaria y donde el mundo se dirige a una guerra por los alimentos para entenderle al fenómeno, para saber qué significa vivir con menos de dos dólares al día.

Eduardo López Farías

Doctor en Administración Pública

Tuiter: @efarias06