Columna En la Economía
Ni el “Obamacare”, ni el BAT, ni el muro (al menos en el corto plazo), ni la salida del TLC, ni el gravamen a las remesas, ni los cientos de tuits han servido para afectar la confianza en y de nuestro país. No es un grito de victoria, es un balance real
de lo que significa enfrentarse a la realidad en un país donde los contrapesos políticos funcionan, donde hasta las propias diferencias dentro de un partido cuentan, pesan y se quiera o no terminan por inclinar la balanza.
Los 100 días del gobierno de Donald Trump, más allá de medir el nivel de aceptación que tiene (el más bajo desde los años 70), permite medir algo más allá sobre sí su gobierno gusta o no, permite confrontar las propuestas de campaña con los hechos, es decir, lo que en éste y diversos espacios se ha dicho, existe una diferencia abismal entre prometer y gobernar.
El problema radica no en que haya prometido como parte de la estrategia de campaña, porque las campañas son eso, el espacio para generar expectativas usando las herramientas que la ley permite. El problema consiste en que él creyó y sigue creyendo todo lo que dijo, y que demuestra que no hay nadie de nivel que sea cercano para que le haga saber que no es sano gobernar con contradicciones.
Afortunadamente para los mexicanos cada una de las promesas hechas y que impactarían en nuestro país no ha tenido los resultados por él prometido, nos ha impactado, cierto, en el tipo de cambio particularmente aquel que proviene de las expectativas, sin embargo, a 100 días de distancia sólo se pueden resumir en la frase que el propio Trump acuñó: “pensé que ser presidente sería más fácil”.
Frase que huele a inocencia de quien no sabía qué implicaba gobernar, pero es ahí donde radica el riesgo, estamos ante alguien que toma decisiones conforme el humor, conforme se le ocurra, conforme sus filias y fobias.
Medir un gobierno con 100 días no son todo, pero si representan un indicio de cómo se gobierna, permiten establecer agendas futuras y nos da elementos para conocer el tipo de gobierno a ejercer. A los 100 días de trabajo parece que el único mérito a Trump es la salida del TTP y alguno que otro de los nombramientos de su gabinete, sin embargo, lo que no podemos regatearle es que es el presidente del país más poderoso, que un día sale a amenazar a Corea del Norte y al otro día le parece un privilegio reunirse con el líder norcoreano; un día señala que el muro va y la realidad presupuestal lo rebasa, que un día bombardea a su enemigo porque su hija se conmovió ante los ataques químicos, que un día puede decir que respeta a sus homólogos vecinos de México y Canadá y otro decir que es por culpa de ellos el desastre comercial que vive los Estados Unidos, que un día puede salir en una foto comiendo algo que él llama tacos y al otro día llamar delincuentes a los mexicanos.
Por eso la frase de Donald nos debe dejar claro que estamos en tiempos donde reina la incertidumbre política e impacta las máximas que establecen los teóricos de las políticas públicas, como es el tomar decisiones con la más sabia economía. Ahí está la dificultad.
Dr. Luis David Fernández Araya
*El Autor es Economista Doctorado en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.
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