Uno de los atractivos turísticos más importantes de la Huasteca potosina y, sin lugar a duda,
el de mayor proyección internacional es el Jardín escultórico Edward James, desde el 2012 declarado monumento artístico nacional por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) debido a su valor artístico como obra maestra del surrealismo en su vertiente mexicana.
Se trata de un terreno de 37 hectáreas enclavado en el corazón de una región geográfica tropical atravesada por la Sierra madre oriental, conformada por ríos, cascadas, montañas, valles y planicies con un clima semicálido húmedo, por lo que su vegetación es exuberante y variada. Estas características le dan al lugar una riqueza ecológica relevante y la apariencia de ser un paraíso terrenal, o “un Edén”, como en la década de los cuarenta lo calificó Sir Edward James, poeta, artista, coleccionista y mecenas principal del arte surrealista a nivel mundial.
En ese entonces el espacio del que se enamoró Edward James era conocido como Las Pozas, municipio de Xilitla, en el estado de San Luis Potosí, y era explotado económicamente como una plantación cafetalera. Entre 1947 y 1949 James logra adquirir ese espacio con el propósito de ahí materializar un conjunto arquitectónico y escultórico surrealista, corriente artística en boga en ese tiempo que él admiraba y, al mismo tiempo, estimulaba al convertirse en el comprador principal de las creaciones de Salvador Dalí, René Magritte, Wolfgang Paleen, Remedios Varo y Leonora Carrington, entre otros artistas en pleno surgimiento.
Como corriente estética que surge en rechazo al pensamiento racional y a los valores occidentales de progreso, el surrealismo se interesa por reivindicar la importancia del inconsciente, el sueño y la imaginación como elementos para comprender la realidad y el mundo. Asimismo, los artistas surrealistas se interesan en viajar para conocer regiones y culturas ancestrales como las surgidas en Asia y América. De esta forma descubren civilizaciones como las prehispánicas y se inspiran en sus creencias y conocimientos para generar sus propias obras.
Edward James hizo realidad sus sueños de crear un jardín escultórico surrealista en México gracias al apoyo de su amigo y presta nombre Plutarco Gastélum, quien se encargó de darle seguimiento a la materialización de sus ideas. En este mismo sentido tiene trascendencia el nombre de José Aguilar Camacho, artista de la madera y maestro de obra responsable de realizar los moldes, del mismo material, que servirían de cimbra para vaciar el concreto en su interior y así dar forma a los dibujos imaginados por el poeta inglés.
La monumental obra maestra de James quedó inconclusa tras su muerte en 1984. Sin embargo, en más de treinta años de trabajo para construir su jardín escultórico surrealista alcanzó a realizar 27 estructuras de diversos tamaños, formas y colores. Entre los motivos más recurrentes de este artista figuran las escaleras que no van a ninguna parte, las casas sin techo o con techos enormes y con varios pisos, las esculturas que semejan orquídeas, los puentes con vigas de forma de bambú o de enredaderas. Algunas de sus creaciones son conocidas como “La casa de los comales”; “La casa de los tigrillos”; “La casa de los tres pisos”; “La taza”. Otras llevan el título de “La escalera al cielo”; La recámara con techo de ballena”; “La estructura llamada cine” y “La estructura de tres pisos que pueden ser cinco”.
Tras el deceso de Edward James el Jardín Escultórico de Xilitla pasa por una serie de problemas para su mantenimiento y conservación, hasta que en el año de 2007 es adquirido a sus herederos por la Fundación Pedro y Elena Hernández A. C. y por el gobierno del estado de San Luis Potosí, con la finalidad de restaurarlo y procurar su divulgación internacional como patrimonio cultural de valor estético excepcional.
Desde entonces el acceso al Jardín escultórico Edward James, nombre oficial de este espacio, se realiza de manera controlada mediante un pago y un número limitado de visitantes por día, además de beneficiarse del acompañamiento de un guía asignado por dicha fundación, de acuerdo con la reglamentación de la Ley federal sobre monumentos y zonas arqueológicas de nuestro país. De esta manera se cumple con un doble propósito: uno, la preservación del espacio; y dos, el turista tendrá una experiencia más gratificante y enriquecedora de este lugar de ensoñación, maravilloso y bello.
Nohemy García Duarte