La icónica propuesta cinematográfica de este año se llama Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything All
at Once), que en la edición 2023 de los Premios Óscar obtuvo siete de los galardones con mayor reconocimiento: mejor película, mejor director, mejor actriz protagónica, mejor actor de reparto, mejor actriz de reparto, mejor guion y montaje. De igual manera, y para sorpresa de muchos, en general la crítica especializada la valoró positivamente y el público que acudió a las salas de cine la convirtió en un éxito de taquilla. ¿A qué se debe tan excepcional circunstancia? Sin lugar a duda a una serie de factores que aquí ponemos a la consideración de nuestros lectores y lectoras.
En primer término, me parece que Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything All at Once) aborda una problemática de los tiempos actuales: la falta de empatía entre los seres humanos, seamos familia —hijos, esposos, madres, abuelos—, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o simples personas con las que nos interrelacionarnos en algún momento de nuestras agitadas vidas. Siendo la convivencia social una condición humana, se convierte en un conflicto que nos perturba la existencia y nos vuelve infelices.
Este desorden emocional se materializa en Evelyn, la protagonista principal del filme, magistralmente interpretada por la actriz Michelle Yeoh, en quien recae la tensión de la historia, y que a lo largo de las dos horas 20 minutos que dura el filme, mantiene la expectación y el dramatismo de los acontecimientos e imágenes que, ante la mirada de los espectadores, transcurren a una velocidad vertiginosa. La idea de los roles que Evelyn personifica en su vida cotidiana se potencian con su inmersión en un “multiverso”, esto es, en otros universos paralelos o alternativos posibles, creados en función de las decisiones tomadas a lo largo de su vida.
La actuación de Michelle Yeoh en su papel de Evelyn, una mujer madura, inmigrante, casada, con una hija lesbiana, que vive en un barrio cualquiera de Estados Unidos, y que con mucho esfuerzo se gana la vida atendiendo su propia lavandería, se acompaña con el destacado desempeño histriónico de su actor coestelar, Ke Huy Quan, en el papel de su esposo Waymond; y de las villanas de la película, Jamie Lee Curtis, como la auditora de impuestos; y de Stephanie Hsu, como la hija de Evelyn que en el multiverso es la malvada Jobu Tupaki.
Con este recurso dramático y de ciencia ficción, la historia de Todo en todas partes al mismo tiempo evoluciona de un planteamiento familiar unidimensional a otro multidimensional, en el que las facetas de la personalidad de la protagonista estelar se desarrollan como realidades posibles en otro tiempo y espacio, en otros universos y al mismo tiempo. De esta forma los directores del filme, Daniel Kwan y Daniel Scheinert —conocidos en el medio como “los Daniels”— entremezclan géneros cinematográficos que van de la comedia, al drama, a la ciencia ficción, a la aventura e incluso a la farsa, de forma creativa y acertada, si nos atenemos a la buena recepción de la cinta entre los diferentes públicos.
El ritmo acelerado que caracteriza la mayor parte de la película, que bombardea nuestras pupilas con múltiples imágenes, es otro acierto de la propuesta cinematográfica, pues este trabajo de montaje —a cargo de Paul Rogers—le imprime verosimilitud a la idea de las diferentes versiones de los personajes, según los universos en los que transiten y conforme las dimensiones de tiempo y espacio que se generen.
En fin, que la estructura dramática del filme, imaginada y plasmada en guión cinematográfico por los Daniels, también directores de la película, se desarrolla en dos planos narrativos convergentes: uno, el de los superhéroes del multiverso, propio de las historias de ciencia ficción; y otro, el del planeta tierra, en donde las subjetividades de las personas comunes y corrientes se interrelacionan como consecuencia de su existencia cotidiana.
Éstos no son superhéroes, aunque a veces lo parezcan, como en el caso de Evelyn y su esposo Waymond que, cada uno a su modo, luchan por salir adelante en un mundo en el que las relaciones sociales de tipo familiar, laboral, escolar y barrial alteran su ser identitario, que deja de ser dual (mujer/hombre, esposo/esposa, etc.) para ser múltiple y complejo. Desde una perspectiva psicológica y sociológica, estaríamos en una época que va más allá de la postmodernidad.
En este siglo XXI transmoderno, de acuerdo con ciertas corrientes teóricas, la subjetividad del Yo Individual se transmuta en un Yo multifrénico que busca, a través de la acción ciudadana reflexiva, un vínculo social en busca del Otro que le dé identidad y significado. Se trata de una acción estratégica en la que las personas trascienden su individualidad y conscientemente actúan una adhesión hacia el Otro, o lo Otro, aunque no siempre de manera fructífera.
El sentido último de Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything All at Once) es profundamente humano y fraterno. En un entorno global convulsionado por guerras reales y ficticias, por desplazamientos migratorios masivos y por una falta de empatía social, este filme es un grito en el desierto que nos convoca a “ver el lado bueno de las cosas” y a actuar en consecuencia. A darnos cuenta que todos somos seres multidimensionales que tenemos una vida caleidoscópica, es decir, múltiple y cambiante.
En palabras de Waymond, el apocado esposo de Evelyn, para salvar al planeta y a todos los posibles mundos del multiverso, el único camino posible es el de actuar de manera estratégica, esto es, como seres bondadosos. Y en una escena central le dice a Evelyn, su heroína: “así es como yo peleo. No soy estúpido, es mi forma de enfrentarme al mundo, de pelear”.
En conclusión, Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything All at Once) no es una película de superhéroes y villanos a pesar de que así lo parezca. Es ante todo una historia de amor filial, fraterno y solidario, salpicada de humor escatológico, ironía, crítica social y mucha creatividad para entremezclar todos estos elementos y lograr una muy recomendable obra cinematográfica que nadie debería dejar de ver.
Esta cinta merecidamente premiada, es una propuesta fílmica que plantea la complejidad de nuestras vidas individuales, que busca insertarse en un mundo que gira cada vez más rápido y nos demanda referencias múltiples que retan nuestra capacidad psíquica de entendimiento y de acción
Nohemy García Duarte