El sembrador (México, 2018), ópera prima de la directora Melissa Elizondo, es un documental que desde su estreno
internacional ha obtenido diversos premios en los festivales cinematográficos en los que ha participado. De igual manera, ha tenido muy buena recepción tanto de los espectadores que asisten a salas de cine como de quienes se conectan a las plataformas digitales, al grado de que se ha convertido en uno de los filmes mexicanos más recomendados en las redes sociales.
El sembrador narra una historia real y actual, la del profesor Bartolomé Vázquez López, quien trabaja en una escuela primaria bilingüe y multigrado localizada en una pequeña y alejada comunidad rural del estado de Chiapas, lo que en los hechos significa que él solo le da clases a más de 40 niños de siete grados, de primero a sexto, además de los chiquitos que asisten de “oyentes” y, también, debe darse tiempo para atender tareas administrativas y directivas propias del plantel “Mariano Escobedo”.
Esta película capta el interés de los espectadores desde las primeras imágenes, en las que se ve un hermoso paisaje de nubes en movimiento, el campo de un verde intenso con un grupo de niños y su maestro acostados sobre el pasto, mirando hacia el cielo azul y adivinando figuras que se forman momentáneamente para luego desaparecer por el efecto del viento. Los rostros de los niños llenan la pantalla con acercamientos fotográficos de primer plano en los que se destacan las miradas y expresiones de felicidad por la tarea que están realizando con su maestro.
En otras secuencias, la película muestra a niños y niñas en actividades tan diversas como subir a los árboles, nadar en una acequia, haciendo tortillas a mano, leyendo un libro, escribiendo o tocando música, todo con la supervisión del maestro Bartolomé, que lo mismo les hace preguntas que los hace pensar antes de responder, que los felicita por sus habilidades alcanzadas. Se trata de un método educativo que desarrolla todas las esferas de la personalidad de los alumnos y que privilegia el hacer en un diálogo de igualdad entre el educador y sus educandos.
A pesar de su orientación pedagógica, El sembrador no es un filme aburrido, por el contrario, es ameno e interesante, pues tiene la virtud de provocar en el público sensaciones y emociones de agrado y empatía con los protagonistas, el profesor y sus alumnos, en quienes se centra la filmación a lo largo de los 86 minutos que dura el documental. La escuela, que pertenece a la comunidad Monte de los Olivos, en el municipio Venustiano Carranza, del estado de Chiapas, es el telón de fondo que muestra la belleza natural de esta entidad.
Al mismo tiempo, la película El sembrador es una ventana por la que los espectadores percibimos las condiciones de pobreza y las limitaciones materiales en la que viven alrededor de 24 mil localidades indígenas del país. El asentamiento de Monte de los Olivos, en particular, se trata de una comunidad rural de menos de 500 habitantes, donde el cien por ciento de sus viviendas carece de agua entubada y sus pobladores no tienen acceso al servicio de telefonía ni a Internet.
Melissa Elizondo afirma que la motivación para hacer esta película, que fue su tesis para convertirse en cineasta egresada del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, brotó a raíz del movimiento magisterial de rechazo a la implantación de la Reforma Educativa de 2013, en el sexenio pasado. En ese tiempo, recuerda, hubo una campaña nacional de desprestigio contra los profesores de educación básica, por lo que se interesó en conocer las razones de su descontento y entender lo que estaba pasando.
“Yo quería —platica la joven cineasta— hacer un documental que contrarresta esa campaña, por lo que fui a los plantones y hablé con distintos maestros y maestros. Ellos insistían en la importancia de defender una educación humanista, que enseñara valores, y eso también me llevó a investigar sobre el tema. Cuando fui a Oaxaca y a Chiapas, en busca de testimonios para mi documental, me entrevisté con varios docentes, pero escogí al profesor Bartolomé porque me di cuenta de lo humano que era su forma de enseñar, que esto era lo que los maestros inconformes con la Reforma Educativa del 2013 decían que era necesario recuperar.” En términos académicos, se pugnaba en favor de un modelo de Educación para la vida, lo que se contrapone al dogma meritocrático que representa esa iniciativa presidencial.
La ópera prima de Melissa es una obra cinematográfica de carácter informativo que muestra, en su entorno real, las condiciones en que un maestro rural desempeña sus funciones docentes. La virtud de la película es que, sin perder su carácter lúdico, la directora logró estructurar una narrativa discursiva y visual que revela las carencias ancestrales en que se encuentra la mayoría de las comunidades indígenas del país y, principalmente, expone el empeño de miles de maestros que con su práctica ejercen una pedagogía en la que el alumno y su comunidad son el centro del conocimiento.
Algunos de los reconocimientos obtenidos por El sembrador son el Premio del Público a Largometraje Documental Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2018; el Premio a Mejor Documental en el Festival Internacional de Cine ONE Country ONE Film en Francia; el Premio de la Audiencia en el Festival Foto Film Tijuana; en el Festival de Cine de los Derechos Humanos, en Chile; en el Festival Internacional para la Niñez y la Adolescencia, en Bolivia; entre otros.
De igual modo, esta película ha despertado el interés en diversas instituciones educativas y universitarias del extranjero, por lo que ha sido distribuida en mercados de Estados Unidos y Canadá para su divulgación en planteles escolares con fines de promoción y de investigación de conocimientos pedagógicos.
Ofrezco esta reseña en homenaje al magisterio nacional, que el pasado 15 de mayo celebró el Día del maestro. El documental El sembrador se exhibe en la Cineteca nacional de la Ciudad de México y también está disponible en algunas plataformas digitales especializadas en contenidos cinematográficos de Latinoamérica.
Nohemy García Duarte