La señora Osmond y el feminismo

John Banville es un escritor de origen irlandés, nacido en 1945, por lo que actualmente tiene 78 años de edad y una

sólida trayectoria como novelista de primer nivel. En los últimos años ha sido galardonado con los premios más prestigiosos del ámbito literario internacional como el Franz Kafka (2011), el Premio Austriaco de Literatura Europea (2013) y el Príncipe de Asturias(2014), entre muchos otros. 

Recientemente el autor se hizo presente en el mundo de las letras por la publicación de una novela sui géneris por su estilo y temática: La señora Osmond (Alfaguara, México, 2018), con la que el escritor materializa un antiguo deseo, según su propia confesión: “no me gustaría morirme sin haber tratado de emular al mayor novelista de este género”; en referencia a otro escritor irlandés, Henry James, quien en 1881 escribió El retrato de una dama, considerada una de las novelas fundamentales de la lengua inglesa y de la cual Banville afirma en tono un poco irónico: “es una precuela de mi libro, que escribí en homenaje a la primera gran novela feminista, escrita por una persona homosexual que adoraba a las mujeres.”

La señora Osmond es una novela que retoma a Isabel Archer, personaje central de la obra citada de Henry James, con el propósito de alargar su vida literaria en un nuevo texto, pero siempre con la idea de respetar el estilo narrativo que James le imprimió a esta protagonista en El retrato de una dama. Ambas historias se desarrollan en el siglo XIX, pero ahora, “la señora Osmond” es una mujer casada, todavía joven, pero ya madura y con numerosas experiencias vividas en pocos años que, según la recreación de John Banville, ve en el dinero que ha heredado una opción de libertad para sí misma. En ese sentido, se lee en uno de los diálogos que la protagonista sostiene con la señorita Janeway: “se casaron conmigo por mi dinero … Y ahora esa fortuna que tengo pienso utilizarla, mi dinero, para comprar mi libertad, mi emancipación (…) ¡mi sufragio si lo prefiere!” 

Con este planteamiento que la señora Osmond expresa desde las primeras páginas de su texto, se enfatiza el interés de John Banville por escribir una secuela de una novela primigenia del feminismo en la literatura inglesa. En la novela de Banville escrita en el siglo XXI, se procura recuperar el espíritu independiente y libre de la señorita Isabel Archer, como uno de los rasgos más relevantes de su personalidad, a partir del cual se explica la trayectoria y nuevos acontecimientos de esta misma heroína en La señora Osmond

El buen oficio de escritor de John Banville se hace evidente en que los lectores podemos disfrutar de su novela, La señora Osmond, sin importar que no hayamos leído El retrato de una dama. “Yo quería —dice el autor— darle una vida de pasión al personaje de Isabel Archer, quien comete el gran error de casarse con una persona muy terrible en ese sentido, y esta mujer necesita tener una vida.”

La mayoría de críticos del medio literario exalta las cualidades técnicas de Banville para recrear el estilo de Henry James en su propia historia, al tiempo que hace uso del lenguaje escrito con gran belleza. La descripción minuciosa de paisajes, situaciones y atmósferas intimistas, así como de frases cuyo sentido narrativo da cuenta de los pensamientos y razonamientos de los personajes de La señora Osmond son algunos de sus mayores aciertos. El párrafo inicial de la novela da una idea del estilo literario del autor. “Había sido un día de inquietudes y sobresaltos, de humo, vapor y polvo. Aún sentía, la señora Osmond, el espantoso impulso y el ritmo de las ruedas del tren golpeando una y otra vez en su interior.”

Esta novela tiene pocos personajes, siendo la señora Osmond —Isabel Archer— el más relevante y alrededor de quien gira la historia, que en su primera parte inicia cuando ella está en la estación del tren de Londres, luego de haber ido al funeral de su primo Ralph Touchett, quien la había adorado sin que ella hubiera tenido que “adorar a nadie en cambio: eso era complacencia, eso era vanidad, eso era orgullo, afectos todos que habían servido para apuntalar su idea de sí misma como figura singular y una fuerza en el mundo, o al menos en su versión en miniatura del mundo.”

La segunda y última parte de La señora Osmond inicia en Italia, en la colina Bellosguardo, en Florencia, Italia, donde el señor Gilbert Osmond, esposo de Isabel Archer, está a la espera de dos visitas que para su sorpresa se convertirán en tres, con la llegada de su mujer, quien se había enterado de ciertos e insignificantes secretos. “Lo que su mujer había averiguado en los últimos tiempos no era nada comparado con otras cosas que ignoraba y que nunca sabría, si de él dependía”.

De esta forma Banville introduce un elemento de intriga en la novela, que poco a poco se va develando hasta llegar al clímax de la narración, muy cerca del final. Sin embargo, la historia tiene un cierre indefinido, que da pie a que el lector especule sobre el futuro de una señora Osmond que a sus 29 años de edad ha vivido intensamente, todavía es joven y tiene la mayor parte de su vida por delante. Por eso, afirma el autor de La señora Osmond, “me gustaría que alguien escribiera una secuela de mi secuela, y me gustaría que fuera una mujer. Me gustaría que una mujer escribiera una novela sobre Isabel Archer y sobre su posibilidad de vivir de forma apasionada.

Nohemy García Duarte

@NohemyGarcaDual