El ataque y la defensa del INE: una escena dantesca

En México, todas las personas bien informadas saben a estas alturas que López Obrador se quiere cargar al INE. Todo organismo autónomo que no

haga lo que sea completamente su voluntad le es algo hostil que tiene que destruir o al menos subordinar.

Con el INE esto ha quedado evidentemente claro con la trampa realizada por Morena de quitarle los recursos para que realice la consulta para la revocación de mandato y pretender que la realice igual sin dinero. A esto hay que sumarle la obscena trampa de realizar una consulta vendida como la posibilidad de que la ciudadanía tenga una herramienta democrática para corregir el rumbo en caso de que el gobierno no esté haciendo las cosas bien y poder quitarlo antes de tiempo, y convertirla en realidad en una consulta para refrendar el mandato de López Obrador, y, entonces, poder usarla para una prolongación de su mandato, o reelección, o cualquier engendro antidemocrático de ese tipo. Algo que ya hizo Hugo Chávez, el patrón ideológico de este engendro llamado 4T.

Hasta ahí lo que todos sabemos. Ahora bien. Aquí es donde vista desde fuera lo que se puede observar es una escena dantesca: mientras López Obrador ataca con todo lo que encuentra al INE, como lo hace en realidad contra cualquier cosa que ataca, lanzándole vientos huracanados, modificaciones al presupuesto, declaraciones de todos sus voceros y multiplicadores de opiniones, la oposición, la alianza de los tres principales partidos, el PRD, el PAN, y el PRI, e incluso el resto de la ciudadanía, se contentan con defender al INE por Twitter.

El tamaño de la defensa y del ataque resulta como si, supongamos a Cancún llega el huracán Wilma, que en el año 2006 provocó los mayores daños ocasionados por un fenómeno de ese tipo a esa ciudad, y quienes organizan la defensa colocan en las playas palitos de cerillos para frenar el huracán. Wilma tuvo rachas de viento de 295 kilómetros por hora. No alcanza para frenar semejante tempestad colocar palitos de cerillos en la playa. Es más, es ridículo. Lo mismo está sucediendo con la defensa del INE.

Todos los que hoy defienden al INE exclusivamente por Twitter, están colocando palitos de cerillos en la playa contra un huracán con vientos de 290, o 300 kilómetros por hora.
¿De verdad, alguien sensato, cree que podrá parar los ataques de López Obrador contra el INE, desde la comodidad de su casa vía Twitter?

¿Qué tiene que suceder para que la principal alianza opositora de los tres partidos políticos más grandes, después de Morena, se den por enterados que la democracia se defiende en las calles?
¿Será muy difícil que los dirigentes de estos partidos puedan estudiar otras experiencias en el continente de qué hizo falta para recuperar la democracia cuando se había instalado una dictadura?
¿O será muy difícil observar lo que sucede en Venezuela, país donde los venezolanos no se han podido sacar de encima la dictadura chavista, y preguntarse ¿Por qué? ¿Cuáles son los errores que ahí comete la oposición? ¿Cuáles son los trucos y las trampas que allí utiliza la dictadura?

¿Será muy difícil preguntarse, por ejemplo, cómo hicieron los argentinos para recuperar la democracia en 1983, después de la sangrienta dictadura de Videla, que había comenzado en 1976?
Porque las dictaduras nunca se van solas. No pasan y dejan el poder cuando alguien muy cordialmente las invita. Las dictaduras se van, inexorablemente en todos los casos, cuando ya no pueden gobernar más.

Ergo. Si no se le pone límites a López Obrador, su modelo político desembocará en una dictadura inevitablemente.

Mientras esto sucede, los partidos de la alianza PRI, PAN Y PRD, se preparan para conformar la selección mexicana de fútbol, con jugadores que tengan una buena camiseta, buenos botines, y estén cada uno con su número en la espalda y cada uno ocupe su puesto. Lo que significa tener candidatos presentables y demás para las próximas elecciones.
El problema acá reside en dos cuestiones fundamentales. La primera es que mientras la alianza opositora prepara la selección mexicana de fútbol, López Obrador está jugando Fútbol Americano. Y digamos, es un deporte muy distinto.

Mientras la ciudadanía no entienda que la democracia se defiende en la calle, que los organismos autónomos hay que defenderlos en la calle, López Obrador podrá seguir avanzando cómodamente hacia su modelo chavista de dictadura.

Salir a la calle no significa salir a romper cosas. Esa no es una forma válida de ejercer los derechos ciudadanos. Salir a la calle significa mostrar de una manera ostensiblemente visible, una corriente de opinión, una posición, un reclamo, pero desde la cordura y de manera pacífica. Y sobre todo salir a la calle de manera pacífica también significa construir una forma de relación de fuerzas.

Mientras los partidos políticos de oposición no adviertan que López Obrador desde cada mañanera, reparte múltiples ataques cómodamente tanto a periodistas, organismos autónomos, cualquier opositor que encuentra o cualquiera que quiera cuestionarlo y además de darse cuanta encuentren formas de contrarrestarlo, la pelea seguirá siendo completamente desigual. Hasta hoy, lo que hace López Obrador desde la mañanera y a través de otros medios, es una especie de pelea de Pacquiao contra Margarito. Margarito en esa pelea histórica terminó con la cara partida y se tuvo que retirar del boxeo.

La oposición y todos los que están en ella, deberían de dejar de tratar de justificar su papel con un tuit, darse cuenta que en la pelea con López Obrador van perdiendo, como con el Huracán Wilma, edificios, instituciones, terreno, etc. y dejar la comodidad de su banca o de su casa, y salir a defender la democracia y las instituciones en la calle.