Diciembre, el mes más festivo del año, no está exento de emergencias médicas, de las que todos quieren escapar, para estar
en las celebraciones de navidad y año nuevo.
Nadie quiere enfermar para la temporada de las principales fiestas, las posadas, la nochebuena, el último día del año. Por eso los médicos saben que cuando alguien va al hospital en estos días, realmente la está pasando mal y quiere recuperarse lo más pronto posible.
En las llamadas salas de emergencia no hay descanso ni en instituciones privadas ni públicas, trabajan héroes anónimos, con la misión de aliviar enfermos y salvar vidas; atienden desde una gripe descuidada, la influenza, hasta afectaciones riesgosas en pacientes; muchos casos de personas de la tercera edad que cargan con el desgaste natural del paso del tiempo, y de niños que tampoco escapan al deterioro de la salud. Por eso las campañas de prevención invernales enfocadas a los adultos mayores y a los infantes.
Es un trabajo médico que generalmente no tiene reconocimiento de la sociedad, no es valorado como se lo merece; juzgado como parte de lo cotidiano, de lo que se tiene que hacer.
Héroes anónimos porque, una vez superado el mal, ni el paciente ni sus familias recuerdan el nombre del médico, médica, enfermero o enfermera, que participó en su atención.
Es cierto que es su trabajo, que se les paga por ello, la empresa privada o la institución pública, pero lo que hacen, sanar y salvar vidas, tiene un plus incomparable para los beneficiados.
Personal médico tema de películas y series de televisión, el lado bonito, comercializado y de utilidades millonarias, pero eso no les toca a los que dan la batalla diaria en las salas de emergencia; por eso, desde este espacio, para esos trabajadores, la admiración y el aplauso, el abrazo de navidad.
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@zarateaz1