Hasta ahora el actual gobierno en México ha sido muy cuidadoso en su relación con
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.
Nada ha dicho que pudiera contrariar al mandatario estadounidense, porque de otra manera la respuesta hubiera sido pronta.
Además, no únicamente ha sido precavido. También se ha visto obligado a darle atención a las observaciones del vecino, en particular sobre la migración por la frontera sur.
En vez de quejas o reclamos, Donald Trump ha tenido palabras de elogio por el comportamiento de México.
Así que, en el supuesto de que logre reelegirse en las elecciones programadas para el 3 de noviembre del año curso, la relación entre las dos partes no va a cambiar, ni habría sorpresas.
El único pero ha sido el levantamiento de muro en la frontera norte. Al menos, no lo ha venido construyendo con recursos mexicanos, como pretendió en un primer momento, desde su campaña como candidato. Ha tenido que recurrir a las arcas de los Estados Unidos.
Ahora, hay que esperar a que la sociedad norteamericana decida si deja en la Casa Blanca a Donald Trump o cambia de inquilino. Viene la etapa de evaluación. Veremos si sus gobernados están conformes con lo hecho por su actual mandatario y si ha mejorado la vida de la mayoría. Calificarán el cumplimiento o no cumplimiento de sus promesas.
México se concretará a mirar el desarrollo del proceso electoral, no dirá ni hará nada que pueda distraer a los candidatos.
Y es un hecho, que gane quien gane, sea Donald Trump u otro, México seguirá siendo muy cuidadoso en su trato con sus vecinos, convencido de que es el camino para lograr acuerdos como el renovado tratado comercial en el que también participa Canadá.
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@zarateaz1