Dulce, Porfirio e Ignacio.

"París bien vale una misa" es frase atribuida a Enrique IV, antes de asumir el trono en Francia en el siglo XVI, para justificar el cambio de religión, de protestante a católico.

Expresión coloquial utilizada cuando se hace una concesión por algo más valioso. La yucateca Dulce María Sauri (PRI), presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, concedió unos minutos más en tribuna a Porfirio Muñoz Ledo, a pesar de que ya se le había agotado el tiempo acordado y establecido para todos los legisladores.

Gerardo Fernández Noroña (PT) se quejó por tiempo cedido a Muñoz Ledo. Recordó que eran pares y en consecuencia nadie tenía derecho a trato especial, por muy brillante que fuera su intervención en la tribuna legislativa.

Sauri reconoció la falta, ofreció disculpas, pero también recordó la frase "París bien vale una misa".

La diputada presidenta tenía razón. Porfirio estaba dando clase como tribuno. Por algo Muñoz Ledo, en su larga trayectoria política y diplomática, llego a presidir el Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Se imaginan la inteligencia que se debe tener para encabezar un órgano donde solo tienen derecho a voto las grandes potencias del mundo?

Interrumpirlo o negarle unos minutos más, la noche del pasado jueves, en el debate sobre la reforma judicial, hubiera sido irreflexivo. Todos ganaban más al seguir sus palabras, hasta el mismo Noroña. Por eso Dulce hizo bien en sacrificar esta vez la equidad.

El mismo Ignacio Mier, coordinador de la mayoría Morena, admitió que en el caso de Porfirio, "París bien vale una misa".

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
@zarateaz1
arturozarate.com