Han pasado años y el grito de la vergüenza, homofóbico y discriminatorio, “Eeeeeh puto”, persiste en los estadios de futbol mexicanos y en los lugares en
donde juega la selección mexicana.
El precio que se puede llegar a pagar por esa expresión ofensiva puede ser muy alto en lo deportivo, como la reducción de puntos o la descalificación del equipo mexicano para participar en el mundial de Qatar 2022.
Hasta ahora, la suspensión momentánea del partido, los llamados a ser respetuosos, las multas millonarias y el castigo de jugar con estadios vacíos, no ha sido suficiente.
Echó raíces el grito, no podría ser de otra manera, nació hace ya más de diez años; las autoridades deportivas fueron tolerantes. Les parecía gracioso y divertido. Por mucho tiempo no se hizo nada. Actuaron obligados por los organismos internacionales, porque empezaron las advertencias y las sanciones económicas.
Los cronistas de las televisoras comentaban el hecho como algo menor, parte del folclore mexicano, entretenido para los aficionados. No se puede generalizar, no gritan todos los que van a los estadios, hay quienes saben comportarse y respetar a los competidores.
Es pésima la imagen que se da al mundo, el tema no queda en las sanciones. Sin duda, para otras sociedades, para otros países, es la confirmación de que sobreviven vestigios bárbaros.
Quizás sería conveniente pedir la colaboración de las porras de los equipos, para que hagan consciencia del tema entre los aficionados; para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
@zarateaz1
arturozarate.com