En el futbol mexicano los equipos Monterrey y América, que tienen la nómina más alta, los más caros, no son invencibles. Tan no lo son que los dos están en los últimos lugares de la tabla de posiciones.
Demasiado dinero para su pobre rendimiento, vencidos por cuadros mucho más modestos.
Como siempre sucede en estos casos, cuando el equipo no gana y va de caída en caída, al primero que se culpa es al entrenador y el entrenador es el primero en ser despedido.
Ya sucedió en el América y Monterrey. En contraste con toda su trayectoria y fama internacional, Javier Aguirre no pudo convertir en ganador a los regiomontanos. Los dejó en el sótano. Lo mismo sucedió con el argentino Santiago Solari, no le funcionó la estrategia.
Sin embargo, no son los únicos culpables, porque ellos ni están en el campo de juego, ni tienen que meter los goles ni evitar que se los hagan. Tampoco son los que se equivocan al dar un pase ni los que fallan cuando los expulsan o el adversario les gana la pelota.
De acuerdo con cifras que manejan medios deportivos, Monterrey tienen un equipo valorado en 79 millones de dólares. El América, cerca de los rayados con 68 millones de dólares.
Cuentan con jugadores que están en la lista de los mejor pagados en el balompié mexicano.
Lo paradójico es que los dueños prefieren correr a entrenadores que a jugadores, aunque la culpa del pobre desempeño sea de ambos.
Y lo sucedido en el estadio Corregidora de Querétaro, protagonizado por bestias, ha puesto en riesgo la participación de México en el próximo mundial.
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