Si bien grandes empresarios cuentan con sus propias medidas de seguridad, de ninguna manera significa que
estén exentos de intentos de chantaje por parte de los que se dedican a obtener dinero por “cobro de piso”.
Fenómeno delictivo que ha crecido en distintas partes del país, que pareciera que solo pega a pequeños y medianos comercios, nada más que no tendría sentido ni lógica que la delincuencia solo se enfocara en los de abajo y no mirara a los que están arriba.
La extorsión no es nueva en el mundo, como ninguno de los delitos que cometen los malandros. No es secreto que han ido “perfeccionando” métodos de operar para llevar a su bolsa dinero que no les corresponde.
Para quienes no cumplen la cuota, las consecuencias pueden llegar a ser fatales; hay quienes optan por cerrar sus negocios, cambiar de residencia y si pueden, irse a vivir a otro país.
Fuentes del sector privado, que por obvias razones procuran el anonimato, filtraron versión de que malandros llegaron al extremo de ofrecer facturas, mediante empresas fantasma de servicios de asistencia y asesoría, con la finalidad de facilitar el pago a sus víctimas.
No es mal menor. Está a la vista que las policías no han podido erradicarlo, ni este ilícito ni muchos otros.
Por eso puede explicarse que las autoridades federales hayan reajustado su estrategia, acordado la participación militar en seguridad pública por más tiempo, hasta el 2028, en tanto México no cuente con corporaciones policiacas de primera, incorruptibles.
De cualquier manera, la coordinación de las distintas autoridades es clave para contener la ola delictiva.
Arturo Zárate Vite
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@zarateaz1
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