Hay quienes creen que las elecciones se pueden ganar con encuestas, porque influyen en el ánimo del votante.
Si así fuera, no tendrían razón de existir las elecciones, para qué hacerlas. Se gasta mucho dinero en la organización y también se tiene que financiar las campañas de los candidatos o candidatas.
En los Estados Unidos, en 2016, las encuestas cantaban el triunfo de la demócrata Hillary Clinton y perdió ante Donald Trump.
También en México hay un caso significativo, ocurrió en 1988. Entonces no se hacían muchas encuestas, tampoco había redes sociales. La información y propaganda se difundían en medios tradicionales.
Todavía en ese año, se daba por hecho que el candidato oficial o el candidato del partido en el gobierno, tenía en la bolsa el triunfo, desde que era nominado. Tiempos de la hegemonía tricolor.
Era tan poderoso el partido en el poder que prácticamente lograba desaparecer de los medios a sus adversarios.
La campaña del opositor Cuauhtémoc Cárdenas no existió para los medios en general, salvo excepciones.
El nombre del candidato oficial acaparaba todos los espacios, en periódicos, radio y televisión. Las encuestas que se hacían, a su favor.
Si se hablaba del candidato opositor era para criticarlo o denigrarlo.
De acuerdo con ese escenario, era lógico suponer que el PRI no tendría dificultad alguna para conservar el poder.
Resulta que la gente salió a votar y en favor del ingeniero Cárdenas, a tal punto que se cayó o calló el sistema.
En conclusión, ni encuestas ni medios determinan el comportamiento del electorado.
Arturo Zárate Vite
@zarateaz1
arturozarate.com