Los sismos se han ocupado de ponerle una cortina muy a modo a varios personajes que han ganado tiempo para reorganizar estrategias y modificar guiones, uno de los beneficiados del septiembre negro es el político queretano con cara de "chavo de la secu" quien trabaja de presidente del pan, Ricardo Anaya, lo último que se ha sabido sobre sus pasos es que se alió a el PRD y a Movimiento Ciudadano para levantar una barda llamada Frente Único, o Frente Político.
Una catapulta que lo lance a la candidatura presidencial y está bien, está en su derecho de buscar ser en la vida lo que quiera, la cuestión es que Ricardo Anaya no ha aclarado aún los señalamientos que lo desnudaron como un personaje que en sólo pocos años amasó una importante fortuna.
Ricardo Anaya es un político que ha mostrado buenos reflejos para esquivar los golpes, para su edad es todo un fajador, de buena oratoria, (muchos recuerdan aquel debate con Manlio Fabio Beltrones, tambaleando al mítico político priista), pero de todo lo mostrado en la investigación de medios nacionales nada, Ricardo Anaya se ha movido por la orilla, no ha podido demostrar de donde ha sacado tanto dinero que se permite ser un empresario de mucho éxito, comprar terrenos y naves industriales como la de Querétaro en 54 millones de pesos.
Y viene lo peor, lo que la investigación de las autoridades federales ha revelado, en donde Ricardo Anaya se comporta como un auténtico lavador de dinero al utilizar distintos mecanismos de gastos que no son registrados por bancos ni por autoridades hacendarias: ni Anaya ni su esposa tiene tarjetas bancarias, todas sus operaciones son en efectivo, para no dejar rastro, ni huellas de su comportamiento de gastos, así se conduce tanto en los Estados Unidos como en México, por ello, a "vuelo de pájaro", el accionar de Ricardo Anaya se podría interpretar como la de un típico funcionario que de la noche a la mañana aplicó aquello de "un político pobre es un pobre político" e hizo lo que a su real parecer debería ejecutar: hacer negocios al amparo del poder, y le ha quedado tan bien que se puede catalogar como el "niño milagro" del PAN, por la capacidad de multiplicar sus recursos.
Ricardo Anaya debería llevarle un poco de transparencia a sus intenciones y abrir realmente sus cuentas, dejar que una investigación seria lo ausculte y no montar todo este tinglado en donde acude al clásico "agarren al ladrón" cuando es él, el que se lleva hasta los ceniceros de la sala.
Apostar a que la desmemoria gane o que el frente opositor lo encubra es pecar de inocente, muchos dentro del PAN no lo quieren a la cabeza, por un ejercicio de aritmética sencillo, Anaya les genera pérdidas, les resta, siempre y cuando no se coloque en una caja de cristal y aclare todas estas acusaciones que lo colocan en un peor punto que aquello mismo que tanto ha criticado: la maldita corrupción de los políticos mexicanos, Ricardo Anaya podrá ser todo lo buen esgrimista verbal pero los ciudadanos no le perdonarán ser peor que los de enfrente.