Tenemos que releer a Octavio Paz, "El Laberinto de la Soledad" sería muy útil en estos momentos de división, de sentimientos de abandono, de ese escalofrió que recorre la piel del ser mexicano que vive acostumbrado y acepta a la derrota. Tener
la boca seca por que no sabemos lo que viene en el futuro es sensación común, de hecho, tiene mucho que no festejamos algo, que al no tener registro de grandes logros vemos en eventos como un mundial la oportunidad de reinventarnos en una representación capaz de realizar grandes hazañas, el futbol es nuestro nicho y esta conectado a el ciclo de la vida y muerte, de fortuna o tragedia, pero es la derrota la que mejor nos acomoda, muy a fuerza de ser los "ya merito", de ser los eternos soñadores del " si se puede"...
Como ayer, perdimos pero ganamos, vamos al ángel, disfrutamos los mexicanismos de "haiga sido como haiga sido"...lo sobresaliente es que convertimos la derrota en una posibilidad de triunfo sujeto a la suerte de que a otro le haya ido bien, y ese otro es Corea, pero nosotros seguimos en ese campo de las justificaciones y mas aun, de que el cielo se compadezca de nosotros y terminemos realizando el milagro que hasta hace poco era impensable... Aprendimos a sufrir , a vernos con cierto espíritu de derrota, de ese "siempre nos pasa lo mismo", y tal vez como clavo de nuestra tumba en la cual no sabemos que hacer cuando el éxito nos llega, triunfamos parcialmente y no sabemos como administrar el siguiente nivel, entiéndase como la mas pura mediocridad, nos cuesta tanto masticar la victoria que casi no conocemos su sabor, por ello es que nos identificamos tanto con once jugadores, con la selección, con sus habilidades y sus limites, por ello es que la psicología del juego nos queda tan bien, pues en el día a día nos hemos amoldado mas a la grisura que la luminosidad de los actos. Y nos puede o no gustar el fut, pero lo que hacen en la cancha los jugadores es lo mas representativo del ser nacional. De sus trampas o de los chispazos ..., ahí, podemos ser gigantes capaces de realizar actos heroicos para segundos mas tarde ocupar la silla de los villanos por que algo instalado en nuestro chip mental nos provoca que no sepamos sostener la ruta que nos lleva a los campeonatos tanto deportivos como en la vida ordinaria... Mucho tenemos que aprender de ese juego que tanto nos apasiona, y que aunque hayan pasado mas de 600 años seguimos practicando como los antiguos mayas o mexicas que veían en el juego de pelota a lo mas sagrado de sus dioses, la pelea de el bien contra el mal y que hoy se representa en la mueca del llanto o la explosión de la felicidad...es por eso que una playera nos duele tanto, por que nos retrata perfecto. En la luz y la sombra como el mexicano puro.