Es su tarea, Enrique Peña Nieto tiene razón en decir que su sexenio ha sido de logros, muy pocos, pero los ha tenido.
Como clavo ardiente se ha aferrado a el pacto por México, a la creación de empleos, a los nuevos salones para clases, a la selección de profesores, a mayor infraestructura, nada que sus antecesores no haya mencionado, va por su sexto informe y el presidente parece desconocer la realidad.
Es más, ejerce la automática negación para aceptar que perdido la presidencia debido a que su órbita no corresponde a la de millones de mexicanos.
En su partido, el PRI, se cegaron frente al día a día, sin auto crítica, se dedicaron a escucharse a si mismos, absortos bajo el mantra de que todo estaba bien y que el enojo sólo era una rabieta social, pero jamás creyeron que la lápida de la frustración social los aplastaría.
Peña Nieto pudo haber tenido aciertos, pero pesan más las malas decisiones, estas sí con factura a cargo de la paciencia de los ciudadanos, quienes no aceptan las cifras de este gobierno y sí resienten el golpe a los bolsillos o la vulnerabilidad con que respiramos muchos ante el poder de los grupos criminales.
Los folders gubernamentales pueden dar detalle de cifras macroeconómicas, estrellita en la frente para ellos por la tarea bien hecha, sólo que sirve para afirmar que se cumplió, pero con los grupos de poder, allá, en el Olimpo no hay disgustos, quien tenia dinero hizo más dinero, pero en el subsuelo, los mexicanos hemos tenido que pagar más por la gasolina, más por los artículos de primera necesidad.
Que ha velado por el trabajador de gobierno, que en Chiapas gana cinco mil 600 pesos mensuales, o los policías de cuatro mil 200. El empleado de la tienda departamental que llega a los cinco o seis mil mensuales, o el campesino que con 80 pesos o menos diarios sobrevive.
¿Quién es capaz de decir que se siente satisfecho con el precio de gasolina a 20 pesos por litro? ¿Aquellos padres de familia que gastan 400 pesos al mes en leche para su bebe?
Si ese padre de familia posee un modesto auto de cuatro cilindros deberá desembolsar 900 pesos a la quincena para su tanque, o pagar pasajes que le quitan 80 o cien pesos diarios.
Nos hemos acostumbrado a vivir bajo las fronteras de una miseria que no mengua, ni es curada por las decenas de programas sociales.
Tendrán que pasar 11 generaciones de mexicanos pobres para que salgan de esa condición, los números a ras de suelo son brutales, nos bañan de una realidad que se convierte en cruel, pues mientras se alardean resultados gubernamentales tenemos la catástrofe de la pobreza en México.
Y llegará Andrés Manuel, quien no podrá cambiar mágicamente las cosas tal y como lo esperan muchos que viven de esta ilusión.
Hemos recibido ya los primeros baldes de agua fría, la gasolina por ejemplo y el precio que castiga a la gran mayoría de los mexicanos, pero más a los pobres por el encarecimiento de los productos. Y esto tan sólo es el archivo de la economía, falta asomarnos a la inseguridad y el seco manantial de resultados.