San Juan Ixhuatepec, o San Juanico es la clásica ciudad que creció alrededor de naves industriales o de compañías gaseras y saltó a nivel nacional tras las explosiones, primero, en la planta de Pemex en 1984, y después en las de gas,
los muertos llegaron a los 600, dos mil heridos, por cierto, estamos a seis días que se recuerde este hecho. Aquello fue el 19 de noviembre, le digo, De 1984. Ojo, no es que los habitantes de San Juanico sean delincuentes, muchos, la gran mayoría son gente de bien, trabajadores, dignos, pero otros, se han contagiado de lo mismo que ocurre en otras zonas urbanas, se convirtieron en nidos de delincuentes, "la rata" como se le conoce, opera en todos esos cinturones que luchan entre la miseria y una clase media-baja que hace el esfuerzo por mantenerse al día.
Los delincuentes no tienen que ir muy lejos a obtener el botín, ahí tienen el PAN, basta con subirse a los camiones de pasajeros que salen de Indios Verdes, en la salida del paradero comienza el saqueo, el infernal trafico les sirve de oficina y les da todo el tiempo del mundo, aunado a que por ser los límites de la ciudad de México y del estado, la presencia policiaca es mínima, roban y huyen hacia san Juanico o la unidad habitacional CTM, si llegan a ser perseguidos por la policía, basta con que se internen en las calles y sean arropados por sus familiares y eso fue lo que detonó la violencia hace un día.
Ya sabemos la historia, roban una gasolinería en Ticomán, alcaldía de la Gustavo A Madero, el despachador denuncia ante policías de la ciudad y van tras el sujeto que escapa en un auto, se interna en Tlalnepantla y hasta allí llegan los chilangos uniformados, estos golpean a quienes habrían dado protección al ladrón, comienza el infierno. Un cerillo y ardió el contenedor de toda esta putrefacción social que nos ahoga.
Los ingredientes de la brutal acción policiaca se suman a las ordas de habitantes que contagiados por los chismes y por la insupina ignorancia marcaron la mezcla para montar un bloque carretero que generó mareas de frustración y de rabia por parte de miles de automovilistas. Pero el origen es el origen, y este lo encontramos, primero, en la débil coordinación entre las autoridades policiacas de la Ciudad de México y del Estado de México, la amplísima región metropolitana está a merced de los criminales, delincuentes que operan en absoluta impunidad, y hasta protegidos por muchos habitantes, lo de ayer es el resultado de la orfandad que se da en estas urbes, tierra de nadie.
Condenada a la miseria, a un grosero clientelismo de políticos que ven a estos ciudadanos como carne electoral, pero no dignos para buscar mejorarles las condiciones de vida.
Asómese a San Juanico, a Ecatepec, a la eterna aspiración a ser un poco ciudadanos de primera. Súbase a un camión que salga de Indios Verdes y trate de ir tranquilo hacia el estado de México, el miedo se respira en estas zonas. Lo de ayer no es culpa de nadie, más que de muchos gobiernos que les importa muy poco que la gente tome venganza por propia mano, o que estas regiones se conviertan en semilleros de criminales.