Cierto, en distintos ambientes nacionales flota una nata de incertidumbre. Los empresarios no alcanzan a
entender que el cuadro abstracto que les pusieron enfrente con todo y nuevo aeropuerto que ni estaba tan muerto y que gracias a demandas en cortes de los Estados Unidos se tiene que seguir poniendo cemento y varillas.
Los de las letras siguen cuestionando a Paco Ignacio Taibo II, el ala diplomática no termina por digerir el apoyo brindado a Maduro, la oposición se hizo chiquita y se ha quedado sin balas morales, los gobernadores traen la cara descompuesta con la llegada de los superdelgados, la bancada educativa, con todo y profes, mantienen la respiración mientras ven llegar los camiones para la mudanza hacia Puebla y la caída de la reforma educativa sin saber que habrá de sustituir esta papa caliente.
Y así nos podemos seguir, soy de los que cree que cualquier proceso evolutivo trae consigo una sacudida, son periodos de tribulación y de señales extrañas, pero que es el comienzo de una nueva etapa para la sociedad.
Eso creo, el tema es que esa sociedad tenga la paciencia y conserve la calma, elementos extraños en nuestra cultura que no permiten que los procesos, el que sea, lleguen a buen puerto, y ahí radica la espada, esa que pende sobre la cabeza de cualquiera que se ofrezca a cumplir y que por la razón que sea no lo hace al ritmo que sus gobernados piden.
En los límites de la paciencia social existen varios “agujeros negros” que tragan cualquier acción , y a pesar del “me canso ganso” presidencial, si en los tiempos no se cumplen con los objetivos prometidos, se abrirán las puertas de la desesperación, esto es real, y deben tenerlo en cuenta en esta naciente gobierno, el tiempo juega en su contra, más si estamos hablando de una administración que llega producto del hartazgo y de el repudio en contra del pasado gobierno que nunca fue capaz de entender que la gente se fastidió por tanta corrupción y excesos.
Los de Peña pudieron hacer bien o mal las cosas, eso no importó, peso más la actitud sinvergüenza de muchos de ellos.
Los de ahora, pueden llegar presumiendo la armadura de la honestidad, y que habrán de luchar en contra de los corruptos, eso esta bien y vende muy bien, pero si sobre la marcha no consiguen dar resultados palpables en materias tan apremiantes como seguridad o mejoras económicas en los bolsillos, aguas, el agujero negro comenzaría a devorar el enorme bono democrático con el que llegan.
Y peor, habría muchos interesados en demostrar que la cuarta transformación fue igual a los “quince minutos” para arreglar el conflicto en Chiapas de Fox.