La frase reza así: “Conocer la historia para no repetir los mismos errores”.
Este fin de semana tuve la oportunidad de ver una serie titulada “1994”, así, sólo “1994” por Netflix. “1994” es uno de los mejores trabajos periodísticos, documentales, que recopila la serie de eventos que se presentaron en uno de los años más convulsos para México.
La muerte de Colosio, la devaluación, el TLC, la aparición del EZLN, el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, la ruptura entre Salinas y Zedillo.
Las voces de muchos de estos personajes las encontramos en ahí, reveladores son los testimonios de Alfonso Durazo, entonces secretario particular de Colosio, de Agustín Basave, amigo de Colosio, de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del ex candidato y de Diana Laura.
Carlos Salinas y su hermano Raúl ofrecen sus versiones, se ve a un subcomandante Marcos con kilos de más, Marcelo Ebrard, hasta los involucrados en el día trágico de Lomas Taurinas, los Mayoral, Aburto.
En ese año todos se traicionaron entre todos, la conservación del poder fue el nombre del juego , en el pináculo se localizaron las balas que mataron a Luis Donaldo, pero la escenografía de un PRI como partido que se devoró a si mismo, que se arrodilló frente a Salinas y después a Zedillo , que terminó volteando hacia otro lado le acarreo lo que hoy se aprecia como una de sus mayores derrotas políticas de la historia: la pérdida de la presidencia.
Todos los jóvenes de este país deberían echarle un vistazo a los libros, a este tipo de documentos, pues es necesario que no quede en la anécdota, como si de una pesadilla se tratara, pues el moño de luto de ese año nos dirigió hacia una de las crisis económicas más agudas, y que en la letra chiquita de esto se dibujaron las bajezas más podridas de la política nacional.
Los asesinatos cometidos en ese año, la irrupción del EZLN, la lucha por poder entre Manuel Camacho y Colosio, la perversidad de Salinas y la grisura de Zedillo dejaron semillas que hoy no tienen que ser fruto para nadie, en todo caso lecciones que jamás se deberán repetir.
Y ojo, aunque el gobierno actual, el del presidente AMLO, de pasos a ratos en un sentido confuso, no debemos extraviarnos en la comentocracia y todos, pero todos hacer un esfuerzo por erradicar viejas prácticas políticas como las de las siniestras complicidades para conservar el poder a costa de lo que sea y generar un nivel mayor de conciencia entre estas generaciones de jóvenes y darle otro giro al país.
Todos los chavos de 25 para abajo no tienen esa huella, sus padres sí. En aquel entonces, como ahora, se respiraba miedo, muchos perdieron propiedades y el sueño. Muchos quedaron en la calle, muchos fueron horrorizados testigos del cómo la sangre y las mentiras cubrían este cielo.
“1994” tiene que ser un recordatorio inmediato para tener presente que existe un México brutal que se resiste a largarse, que en los sótanos sigue rindiéndole tributo a la miseria humana.
Los nuevos mexicanos ya no tienen por que cargar con estos genes, y es aquí, para los que tenemos memoria, que entrecerramos los ojos y aceptamos que este gobierno, el actual, quiera cambiar las cosas, aunque sea un poco.
De historias como la de “1994” estamos cansados. Así, con la imagen puesta en ese año,1994, no es difícil darle la razón a los que llegaron en este sexenio hasta en este esfuerzo por moralizar la vida pública, por que créao, “1994” es sólo un año, con sus heridas, pero que simbolizan a un México subterráneo y podrido que se resiste a morir.