Mucha extrañeza ha generado la negativa del presidente amlo a el crédito que el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo) puso sobre la mesa y que empresarios mexicanos decidieron tomar, no sé concibe que en medio de un terremoto viral y económico se opte por hacer lo que no se tiene que hacer, despreciar el apoyo de rescate que como sea es urgente para que la industria nacional no muera debajo de los escombros de la recesión.
Tal parece que el presidente desea que toda la obra y logros lleven su signo, que si habrá de venir algún tipo de milagro para el rescate venga de su pila bautismal y no de otras partes.
El mandatario no ha abandonado la lógica electoral y parece fundar su temor en que sus adversarios se hagan de recursos para derrotar su imaginaria transformación de República. La lógica de amlo, no contempla que los empresarios están necesitados de créditos para no irse a la quiebra, un escenario que cada día se hace más fuerte y que estaría llevando a millones de familias a un infierno.
El presidente cree que si pierde el argumento de que todas las cadenas productivas y de servicios dejan de depender del gobierno estaría soltando una de las riendas de control más importante, acostumbrado a la concentración de decisiones tendría que compartir el rescate del país de la mano de los empresarios y esto, por supuesto, le tumbaría el papel de padre absoluto y omnipresente, por no mencionar el daño que le generaría a su presidencia y partido en las próximas elecciones en el congreso. (Aquí encuadra el por qué decidió, vía los legisladores, hacerse del destino del presupuesto y que sea el y solo el el que determine el fin del dinero).
Todo opera bajo la lógica electoral y una mayor capacidad de control absoluto, solo que la realidad y sus dientes crueles y afilados obligan a qué otros sectores de la economía se muevan en un sentido de supervivencia, como sea y como se pueda, de ahí que los empresarios que no son afines a la 4T estén tratando de resolver la ruta de escape en esta noche negrísima de nuestra economía.
Claro, el presidente, un hombre astuto y entrenado en estás lides de la confrontación tiene sendas veladoras que podrían hacerlo mucho más fuerte y que es la dependencia a una reactivación explosiva de la economía de los Estados Unidos, los cuales, desde el Senado gringo han urgido al gobierno mexicano a reactivar sus plantas que productoras de insumos y servicios, desde automotrices como militares, la inyección en dólares que vendrá del plan de rescate de Washington sería proporcional al de los escenarios de guerra y, para los que leen la historia, esto generará así lo creen en el gobierno de AMLO) un efecto dominó en México.
Vaya pues, sería nuevamente un rescate yanqui de nuestro país. No nos confundamos, gobierno y empresarios respiran vientos de una guerra fría, lamentable para todos nosotros, los cuales volveremos a ser rehenes de estas luchas intestinas y pútridas.