Los partidos políticos de oposición son un desastre, el Presidente ha hecho de su gobierno
un auténtico monólogo; sigue en campaña, a sus adversarios los trae por el cuello, catatónicos los del PRI o el PRD, la chiquillada pegada a la ubre que les garantice recursos, el PAN con el sambenito de conservadores, y el mandatario sin ningún contrapeso, mientras un grueso de los mexicanos se van enfilando a los ejércitos de frustrados, unos por que ya veían venir el iceberg y otros musitando arrepentimiento.
Quien de los políticos en el país será capaz de aglutinar a la gran clase media, que según la organización de Estados Americanos OCDE, suman más del 45 por ciento de los 120 millones de almas en este país? ¿Y por qué la clase media? Por qué no están en el menú del presidente, no les interesa, el taladro de la realidad se incrusta en un inevitable escenario de crisis económica y de desempleo.
Para el mandatario, los pobres son primero, y ahí se encuentra su plataforma electoral, pues a mayor necesidad de la gente por depender de becas y apoyos, mayor es su entrega a la fuente que los alimenta, lealtad pura hacia el patriarca.
Pero, ¿que sucede con los mexicanos que ni son pobres ni son ricos? a los condenados a ver desaparecer su estatus, la nueva generación de miserables que necesitarán de lo que el gobierno les arroje. Y para esta clase social no hay ni salvavidas ni palabras de consuelo, perderán lo poco o mucho, excepto nazca o asome la cabeza un nuevo líder político, arropado o arropada por un partido, que tenga la claridez y valentía suficiente para encauzar un nuevo discurso, realista, poderoso y con sensibilidad, con conocimiento de lo que en las calles y pueblos está ocurriendo.
La oposición ya se hizo pipí muchas veces en la cama, asustados, medrosos, cuidando parcelas de poder, o que no les caiga la espada fiscalizadora, y cualquier presidente en el mundo requiere contrapesos reales y, por supuesto, la sociedad, requerimos una voz distinta a la de las mañaneras.
Son varios actores, tanto del mundo empresarial como político, que han buscado generar algún tipo de cuerpo único, sin mayor éxito y esto se debe a que por más buena voluntad o pulmones no poseen el conocimiento básico de lo que es este país, del lenguaje de sus habitantes, de lo que realmente le quita el sueño a los mexicanos.
Son millones los que están molestos, deprimidos, rotos.
¿Quién o quienes serán los que puedan aprender a darle lectura a esas emociones, a ese sentimiento de derrota de los mexicanos? ¿Quién sacará de sus tumbas las banderas de Maquio, o de Carlos Castillo Peraza? ¿o quién quitará el polvo a los Cárdenas? ¿Quien reelerá a Reyes Heroles? ¿Quién o quienes volverán a sacudir a México? ¿Quién o quienes no se doblarán por el miedo de ser señalados como corruptos y poder demostrar lo contrario? ¿O será cierto que los mayores cambios sociales se dan una vez que todo ha sido destruido?