México se enfrenta a una de sus peores noches, pero no es producto de la cuarentena, el desastre económico se ha venido sembrando, de manera
irresponsable, y no solo han sido las funestas medidas de un neoliberalismo económico, distinto a l espíritu del liberalismo, un término empleado con maniqueísmo.
En algún punto de la historia se hablará de esto, de la cadena de errores cometidos por una administración que bajo las ínfulas de pasar a los libros de texto determinó implantar productos milagro en la canasta de las ilusiones nacionales, la pérdida de cientos de miles de empleos, los indicadores en el tablero de las inversiones que hablan de un inminente choque en el suelo, el cierre de empresas que sencillamente no pueden sostener nóminas y seguir pagando impuestos, es el desahucio, luego entonces no son merecedoras de ningún tipo de salvavidas.
Pobre México, condenado a una colección de derrotas, escriturada a la mediocridad debido a que ni un grueso de la sociedad se atreve a ver lo evidente y el resto individualiza sus prioridades, dejando todo a los políticos, como si ellos en realidad amaran al país antes de sus cuentas bancarias o propiedades.
La historia hablará de cómo una nación, en medio de su enojo y frustración le dio el poder a otros que solo aumentaron el enojo y frustración, ese será el epitafio de la 4T, para allá van sus letras y ojo, sería injusto señalar que TODO es responsabilidad de la política chatarra, en realidad esto que nos está ocurriendo es resultado de años de indolencia e ignorancia por parte de muchos, de ese infantilismo que nos ha hecho creer que los Tlatoanis existen y que habrán de cambiar providencialmente años y años de equivocaciones.
No estoy diciendo que los mexicanos merecemos esto, de hecho son más los buenos, pero son como esas estampas en donde se dice que ni todos son narcos, pero ellos traen las armas y nosotros el miedo.
Los lastres existen, como existe la pobreza y la miseria intelectual, rubros que no se acaban con discursos de campaña pero que nos encanta escuchar, ahora, después de meses vemos cómo todo el castillo de buenas intenciones se derrumba.
Insistiré, la crisis social producto de la derrota económica generará muchos cambios y habrán muchos culpables, comenzando por aquellos que con dedo flamígero señalarán a los corruptos del pasado, y no sin razón, pero sin el valor de reconocer que los que ahora están, salieron peores, pues no solo se aprovechan del cargo, sino que sostienen ser honestos.
En serio, el deseo es que todo esto pase, pero en realidad ya hay mucha agua en el bote y no se ve playa cercana, ojalá fuera distinto, pero antes del Covid-19 ya estábamos en terapia, ahora será intensiva.