Mental y físicamente son más fuertes que el hombre. Sabemos que la humanidad se originó en África pero de ese continente se dieron las grandes oleadas
hacia otras partes del planeta, miles de kilómetros de desplazamiento de seres vivos y la mitad eran mujeres, las cuales dejaron en claro que no solo servían para cargar hijos o hacer de comer lo que cazaban; la ciencia nos ha ido revelando que eran mucho más que una estampa monográfica en donde ellas prendían fuego a la leña.
Pasan los milenios y no entendemos su papel, sometidas a la fuerza bruta del hombre y una serie de condicionantes que las mantienen segregadas, ellas han sido llevadas al rincón de la procreación, de un falso romanticismo en donde su ficticia debilidad es aromatizada con flores y promesas de una inexistente semejanza, serán iguales pero solo que ganen menos salarios, habrá paridad sin embargo, serán silenciadas cada que sientan que la injusticia ahoga sus gargantas.
Ellas no necesitan irse a dormir para soñar pesadillas, basta con que las arrojemos a la calle para ser víctimas de ese costumbrismo en el lenguaje en donde se vale todo total, nadie saldrá a defenderlas de las bajezas, ellas solo se resignan a que no pasó de una "sabroseada", vaya que nos han aguantado, las hemos roto y siguen juntando sus piezas, nos han tenido paciencia hasta que el dolor, la indignación las estrangula y deciden crear su propia revolución rosa, del más radical feminismo. En sus semillas les asiste la razón a elevar con sus protestas, el más digno "ya basta", esto incomoda a las rancias conciencias de un poder que desde las altas tribunas las desprecia.
No, Guerrero y sus personajes electorales no son solo el ejemplo, toda la geografía mexicana posee esas perlas de abuso, de violencia, de muerte y desaparición de ellas.
Los machos, su licuado de testosterona y neuronas brotan por muchos lados, ahí siguen unos ocupando cargos públicos pero también en áreas privadas se respira la misma carrera de denigración hacia toda aquella que traiga tacones y falda, son mujeres, ellas aguantan lo que sea con tal de no perder su chamba. En serio que las han dañado, las llevamos a los extremos de la paciencia, en ese neardentalismo que insiste en seguirlas tratantando como si no existieran, como si su reclamo fuese un ataque de histeria más, hacen mal los que desde su estrado tan grande como el presidencial optan por elevar su misoginia a niveles de franco desprecio, solo que la fuerza creativa y el coraje de ellas es que se comienza a generar un verdadero terremoto, uno que arrojará frutos que serán aprovechados por nuestras hijas y nietas, será solo de ellas, de las mujeres mexicanas el triunfo.