El compadre Gattel 

La relación entre el nombre de Hugo López-Gatell y el fracaso es estrecha, no dude usted de que su figura pasará a los libros de la historia como uno de los peores personajes del infierno “cuatro teista".

 

Repetir el sendero de pifias cometidas por este funcionario resulta ya cansado, agota, pero lo que más extrañeza genera es el que su jefe, el presidente de la República lo siga sosteniendo en el cargo; cierto es que Andrés Manuel López Obrador es terriblemente obstinado y que es poco probable que le pida la renuncia, lo que comprueba que para el mandatario basta solo con tener acólitos, ignominiosamente leales y no verdaderos conejeros o colaboradores en los cuales delegar eso de gobernar aunque en ello se extingan sus últimos puntos de popularidad.

 

Sostener a López Gattel está hundiendo al de Palacio Nacional, aunque vayan agotando los trucos mediáticos como el desempolvado caso de Pegasus y la red de espionaje que a mediados del sexenio de Peña Nieto ya se había publicado, esa pirotecnia no salva el tema de fondo: el México que transita por la mayor crisis en materia de salud no solo por el bestial manejo de la pandemia sino por el criminal desabasto de medicamentos, sumado a que la tercera ola de contagios se revela como el jinete del Apocalipsis que faltaba, uno que promete hundir aún más a los mexicanos, mientras que Gatell continúa comportándose como una especie de Córdova Montoya de estos tiempos, ¿qué le debe el presidente a este sujeto, ¿qué pactos inconfesables se nos ocultan?, al grado de perdonarle un acto de crueldad y de estulticia como aquel señalamiento de que "los niños con cáncer preparaban un golpe de estado". Sostener a un limpiabotas de la salud a costa de cientos de miles de muertos. ¿En verdad?