Los verdaderos estadistas piensan en las siguientes generaciones, proyectando rutas de bienestar y prosperidad colectiva,
y los rieles para que esa maquinaria avance corren en el mundo de las aulas, como laboratorios para la vida real.
¿Que se enseña en las aulas en estos tiempos? Una especie de caudillismo educativo, lecciones de la historia manipuladas, renglones ausentes de reflexión y gimnasia mental que convertirían a esos niños y niñas en ciudadanos con conciencia, se educa bajo la regla de que nadie reprueba, borrando el espíritu del esfuerzo y la competencia, de la superación académica. Este periodo de gobierno ha acercado más a los niños a el sistema venezolano que a cualquier país de primer mundo en donde la educación es un asunto de seguridad nacional.
Delfina y Leticia, no son más que encargadas de una ventanilla cerrada a la razón, y en el mismo despacho cohabitan sindicatos que aprendieron a “fichar” con el mandatario del momento, mientras que cientos de miles de maestros y maestras ganan menos que cualquier vendedor ambulante, profesores con salarios pobres y en regiones totalmente vulnerables.
¿Por qué cuesta tanto trabajo entender que un docente bien remunerado, sujeto a incentivos, con mejor calidad de vida y apoyo del estado puede llegar a ser el verdadero motor de cambio, transmisor de valores y de una enseñanza de calidad hacia los alumnos?
Pagarles bien no es un regalo, capacitarlos más, no es una pérdida de tiempo, provocar una revolución educativa es como nunca una imperiosa necesidad para que todos los retos sean enfrentados con mejores seres humanos, ciudadanos más elevados, mexicanos no de media tabla o indolentes, sino con otra raza. Y la sociedad, en general, es responsable de este desastre, muchos padres y madres de familia se han convertido en cómplices, como meros observadores en cubierta, mientras el iceberg golpea el caso del titanic mexicano, padres y madres que, desde la complacencia, aceptan un conformista destino para sus hijos, repitiendo el mismo argumento vicioso de una vida condenada a la miseria.
La educación lo es todo, la instrucción en las aulas de la mano de profesionales de la docencia bien capacitados y bien pagados, son las directrices que este país necesita.
Delfina y Leticia son un amargo chiste, pero que esconde lo que esta “transformación” le ha hecho a lo más valioso de cualquier nación: condenarnos a un primitivismo social que terminará por hundirnos a todos.
No es regaño, es Picotazo Político
Miguel Ángel López Farías
Historiador. Director y conductor del programa radiofónico 'Urbe de Hierro', transmitido por ABC Radio 760 AM de 4 a 5pm.
Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT).
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