Dejemos la inocencia, el narco y sus múltiples expresiones no se acabarán por que Donalld Trump amenace.
Su reality show fue montado para cubrir la cuota de hipocresía que reclaman sus seguidores y “las buenas conciencias “ que con dedo flamígero acusan a México de ser el causante de que allá vivan intoxicados por la cantidad de psicotrópicos y químicos que le meten a su cuerpo.
Pero la discusión abre un debate que ha sido mencionado por la propia presidenta Claudia Sheinbaum y que concierne a atacar el origen de el narco en nuestro país.
Pobreza, desempleo, salarios miserables, ignorancia, corrupción, impunidad que mezclados con el poder de fuego y de dinero de los diversos carteles de la droga generan el cultivo de miles de jóvenes para que formen parte de sus filas.
Ciento ochenta mil chavos, y no tanto, son los que pertenecen a sus siglas. Muchos más empleos que cualquier refresquera o planta automotriz puedan generar siendo el CJNG el que mas recluta. Pero, la otra batalla que se ha ido perdiendo es la cultural, al darle un cheque en blanco a la mayor educadora del país: la industria de la narco cultura y los poderosos medios de difusión.
Una invasión que transformó la crueldad de los cuerpos destazados, de los levantones, del terror de una bomba, del secuestro o la extorsión en algo familiar, que se puede tolerar por que hay música o series que maquillan la brutalidad, es el mensaje de que un narcocorridos es un acto de valientes.
Los corridos tumbados son lo último que nos encontramos en la galería, y este tipo de música refleja el bajísimo nivel intelectual de quienes lo componen o quienes la escuchan. Hemos dejado entrar a esos mismos asesinos bajo tonadas populares a nuestra vida, convirtiendo a aquellos que no saben distinguir entre el cilantro y el perejil en la carne de cañón mental de los "músicos" de moda.
¿Con qué argumentos se puede defender una canción que protege a los miserables asesinos?
Sabemos que dicha letra es pagada generosamente por narcos acomplejados y dichos cantantes se convierten en sus mejores propagandistas.
En los EUA , está claro, viven la pandemia del consumo de drogas y en algún punto tendrán que solucionarlo actuando sin la hipocresía que les caracteriza.
Pero aquí, en nuestro país, transitamos por algo similar. Al haber sido invadidos por ese otro veneno cultural del narco. Y claro que el aumento en el consumo de marihuana entre los chavos es muy alto y que también le entran a él cristal, piedra, coca o fentanilo, Ya pisamos los limites de un PROBLEMA mayor de adicciones.
Pero lo que no se ataca, por una mal entendida libertad de expresión es a todas esas proyecciones que enaltecen a los narcos, sea musical o narco series.
Ante esto, se trata de que se encuere el tema, que los medios de comunicación - evidentemente los que mayor influencia poseen entre una sociedad cultivada en las doctrinas televisivas - metamos freno y se diga sin tapujos hacia donde lleva el que un país y sus jóvenes estén expuestos a ese tipo de basura intelectual.
Y por supuesto que las políticas públicas deberían estar orientadas hacia este problema, no solo cubrir la cuota de las buenas conciencias de una mayor generación de empleos, bien pagados, elevar la educación y el inexistente estado de derecho que haga pagar a los políticos que se alimentan del narco.
Dejemos de actuar como si no pasara nada y miremos las cosas tal y como son.
El narcotráfico es una empresa muy poderosa, que no se acabará ni en este ni en el siguiente sexenio, excepto se decida legalizar su actividad y que el estado tome control de lo que se produce y la cura de los adictos.
Pero mientras no ocurra, debemos darles el sitio que se merecen y no asientos de primera fila en la entrega de los Grammys o en narco series con alfombra roja.
Miguel Ángel López Farías
@MiguelLoFarias @UrbeDeHierro @Anpert2
Periodista, locutor, conductor de noticias, Radio Cañón 760 AM.Expresidente de la Academia Nacional de periodistas de Radio y Televisión (período 2020-2024, AMPERT)