Pues resulta que los mexicanos somos bien trabajadores, según la OCDE nosotros sumamos 2 mil 250 horas al año,500 mas que la de otros países pertenecientes a esta organización de países desarrollados, este estudio revela también que las mujeres trabajadoras mexicanas continúan siendo objeto de discriminación salarial, ganan poco en relación a los hombres, otro datito: el promedio salarial al año es de poco mas de 9 mil dólares, entre 7 y 9 mil pesos
mensuales, en otras naciones de la misma OCDE el promedio rebasa los 35 mil dólares al año, más del doble.
Pues sí, con todo y que salimos muy trabajadores la penosa realidad es que a pesar de la cantidad de horas están no son proporcionales a los ingresos, se gana poco, y no es nuevo ,pues la lógica gubernamental se sujeta a recetas de un liberalismo económico que privilegia a los grandes capitales por encima del bienestar colectivo, de ahí que sean muy pocos los mexicanos que concentren fortunas de ensueño mientras que millones sobreviven, ya no con 10 mil pesos, sino con 2 o 3 mil pesos al mes.
Una situación que obliga a padres y madres de familia a dobletear trabajos sea en otras áreas laborales o en el comercio informal...y cuando aun así no alcanza se lanzan a los hijos al mundo salarial abandonando estudios y otro tipo de oportunidades. El tema de la disparidad salarial es insultante pues en ese terreno ningún empresario quiere ceder, es muy extraño que algún propietario de empresa vea a su equipo humano como una inversión digna que merece ser reconocida y conservada, por el contrario, las políticas laborales surgidas desde el gobierno y el legislativo generan aun más incertidumbre entre la vapuleada clase trabajadora quien no ve la manera de salir de su eterna miseria.
Así pues, trabajar más horas ya no es sinónimo de crecimiento sino una necesidad para sobrevivir y poseer algunos pesos más que permitan a las familias mexicanas un poco mas de salidas a sus necesidades cotidianas.
Lo penoso es que no se ve por algún lado la voluntad plena de nuestra enriquecida clase política por aliviar este universo de injusticias laborales, pues es claro que ningún hombre o mujer en el gobierno o en el legislativo se enfrentara con quienes pagan. Así de simple y lastimoso.