El Presidente manda en su sucesión (1 de 2)
"Solo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción": Isaac Asimov (1920-1992) Escritor y bioquímico estadounidense.
A lo largo de más de 4 décadas como reportero, he podido observar algo que pasa en la democracia mexicana. El poder sobrenatural que tiene el Presidente de la República, es el que impone a su sucesor (con una sola excepción, Salinas), para continuar su “proyecto” y que cuiden sus espaldas para no ir a la cárcel.
Aunque parezca ficción, cada día me convenzo de que el poder presidencial, supera hasta su trascendencia. Pero, claro, debe dar la imagen de democracia en el país.
Pero, las elecciones se ganan con dinero, dinero y más dinero. Con cifras de millones se alquilan asesores de talla internacional y operadores políticos, todoterreno.
Vamos a un poquito de historia, aunque a lo largo de la historia de México, ha ocurrido sistemáticamente, en la postrevolución, cuando los militares llegaron a acuerdos para dividirse el poder y el dinero de lo que generamos todos los mexicanos. Además de la repartición de la riqueza petrolera, minera y de infraestructura.
Precisamente con el asesinado de Álvaro Obregón, llegó la camada de cachorros de la Revolución que amasaron fortunas que hacían palidecer a Elon Musk. ¿Alguno sabe de un hijo, nieto, bisnieto o chozno de un expresidente que sea pobre? Claro, algunos desaparecieron de las candilejas, pero otros están en la oscuridad de los fondos de inversión, el NYSE (Nueva York), LSE (Londres), Euronext (Paris) o el TSE (Tokio). No hay pobres herederos del dinero presidencial. Muchos, con dinero guardado en el colchón, viven como príncipes.
Pero, vamos a los tiempos modernos.
Luis Echeverría, pese a los pronósticos, dejó a su cuatacho del alma, José López Portillo, que creía no lo traicionaría. Dejó al que sería “más capaz”, sobre Mario Moya, a quien le dio cuerda o a quien le dejó la caja registradora de los negocios negros de Comunicaciones y Transportes; la obra pública, pues.
Jolopo, dejó a Miguel de la Madrid, el técnico que sacaría de la crisis económica al país. No lo hizo, pero formó un grupo político muy poderoso que encabeza Carlos Salinas de Gortari.
De la Madrid, pensó que Carlos Salinas sería el ideal para que en materia económica lograra un acercamiento con el grupo de George W. Bush y, con esa amistad, lograr un crecimiento económico continental. A él lo prefirió, sobre el cómplice de travesuras políticas, Manuel Bartlett; su carnal, Ramón Aguirre, quien jamás lo traicionaría; e incluso sobre el hermano que nunca tuvo, Alfredo del Mazo González.
Salinas armó a su sucesor, incluso antes de llegar a la Presidencia. Se trató de Luis Donaldo Colosio. Lo impuso como diputado, secretario de SEDESOL y presidente del PRI. Sobre los economistas Pedro Aspe y Ernesto Zedillo, o su hermanito, Emilio Lozoya Thalmann, y el fundador del Grupo Atlacomulco, Carlos Hank.
Pero con el asesinato de Colosio, fue obligado por su círculo cercano a imponer a Ernesto Zedillo, quien arrasó en las elecciones. Esto generó un choque de trenes y Salinas fue traicionado por el bajacaliforniano, quien metió a la cárcel a su hermano, Raúl, y le quitó miles de millones de dólares derivados de la corrupción.
Zedillo, al saber que los salinistas ensarapados en su gabinete y al no tener de ellos lealtades a prueba de fuego, prefirió pactar con el PAN, de último momento, asesorado por su mentor, José Córdova. Desconfiaba de sus cuates, como Guillermo Ortiz, La Perica; Luis Téllez, y de candidato priista, abandonado financieramente desde Los Pinos, Francisco Labastida. Por ello, pacto impunidad con Vicente Fox. Y se la cumplieron.
Fox no entendió esa regla de oro, y prefirió dejar a su opositor en el seno del PAN, Felipe Calderón, a quien le proporcionó todos los recursos y así sacar de la jugada a López Obrador, quien se dijo defraudado. Bueno, está convencido hasta la fecha que esos comicios fueron un fraude, pese a las pruebas en contrario.
Pero, Felipe, sabía que en el PAN, debido a su estructura organizativa, lo le dejarían poner a un incondicional, prefirió pactar con el PRI de Arturo Montiel, con quien tenía afinidad tras vencer al priista en el 2006, Roberto Madrazo. Un antizedillista. Arturo dejó a Enrique Peña Nieto, entonces gobernador carismático por el Estado de México. Él le cubriría las espaldas y recibió carretonadas de dinero para vencer a la abanderada panista, Josefina Vázquez Mota, a quien ahogaron si dinero para la campaña. La misma historia que Zedillo con Labastida.
Peña Nieto, sabía que las fechorías de muchos de su gabinete, pondrían en la antesala de la cárcel a él y a sus más cercanos colaboradores, decidió pactar con López Obrador.
El razonamiento es simple. Cualquier candidato del PRI, incluido José Antonio Meade, necesitaría para legitimarse, meterlo a la cárcel, lo que marcaría un hito en la historia de los expresidentes en el país. Iría cuesta arriba, después de la impresionante corrupción del sexenio peñista. El PAN, con Ricardo Anaya, llevaba como bandera encarcelar a Peña Nieto. Ahí, era irreconciliable.
Por ello, EPN prefirió a López Obrador, quien no tenía la obligación de meterlo a prisión para lograr legitimidad. Y, como ha ocurrido hasta la fecha el sexenio de Peña, se ha ido impune, salvo el charal de Emilio Lozoya Austin y otros. El “bife” es suficiente como para que el priista, gaste 4 mil dólares por noche en un lujoso hotel de Roma, para pasearse con su novia. Los peces gordos el peñisno tienen fuero eterno.
En la edición de mañana les platicaré los escenarios de la sucesión presidencial con López Obrador. Lo que vendría para el 2024 y quienes son las cartas opositoras.
Escúchame de lunes a viernes, de 21 a 22 horas, en “Víctor Sánchez Baños en MVS”
mvsnoticias.com poderydinero.mx This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. @vsanchezbanos