Imitación: Zedillo golpe sordo a la SCJN en1995

"Estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo": Thomas Jefferson (1743-1826)

No podemos dejar de mencionar las amenazas de muerte que hizo un tuitero, en contra de la ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña. AMLO dijo que no era tan famosa como él y que casi nadie conoce a los ministros de la Corte, con el fin de minimizar la amenaza que con tuitero hizo contra la presidente.

Pero, que no se le olvide, que es la presidente de la Corte; el mismo nivel constitucional que el presidente de la República; ALO busca amedrentar a la Corte para que definan su decisión del llamado Plan B de las reformas electorales, para manipular las elecciones del 2024. Y, lo más grave, es que en cualquier país que se diga democrático, una amenaza de esa índole, ya hubieran detenido al tuitero, ya que es una “amenaza a la seguridad nacional”; del país.

Eso no puede quedar impune, porque “no tiene la misma fama”, que se gana por ser el que reparte el presupuesto, que López Obrador.

Si no frena los linchamientos desde el púlpito de Palacio Nacional, seguramente el será la próxima víctima del sexenio próxima, sea quien sea el presidente.

Ahora bien, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es el máximo tribunal constitucional del país, responsable de asegurar el orden establecido por la Constitución y mantener el equilibrio entre las diversas instituciones de gobierno.

Es uno de los 3 poderes de la unión. De la misma importancia que el Ejecutivo y el Legislativo. Ni más, ni menos. En materia constitucional, no existe órgano ni autoridad que se encuentre por sobre ella o recurso judicial que pueda interponerse en contra de sus decisiones.

A lo largo de la historia, los presidentes de las República se han dado a la tarea de tratar de disminuir la fuerza de la ley. Quieren actuar con el poder que da el manejo presupuestal. Así, buscan debilitar al órgano jurídico que los obliga a cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan.

El caso más emblemático, fue el de Ernesto Zedillo, quien de un plumazo y en base a cambios a la Constitución eliminó mediante un decreto presidencial, emitido el 31 de diciembre de 1994, en donde se publicaban reformas constitucionales aprobadas por la mayoría priista, aunque presidida por el Humberto Roque Villanueva.

La decisión de Ernesto Zedillo, de dar un golpe constitucional, era no arriesgarse a que pudiera tener un clima de ingobernabilidad ya que la mayoría de los ministros habían sido designados por su antecesor y enemigo político, Carlos Salinas de Gortari.

De esa manera, disolvió la SCJN mediante una reforma constitucional, para reducir el número de ministros, de 26 a 11 y posteriormente envió una lista de 18 candidatos al Senado de la República para que eligieran a los nuevos ministros. En esa asonada, Zedillo encontró eco hasta en los partidos opositores. El objetivo era debilitar a Salinas quien había perdido en sus afanes de controlar el país al término de su mandato, con el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el candidato que le hubiera cubierto sus espaldas.

La salida era la jubilación de los 26 ministros, así como la creación del Consejo de la Judicatura, que actualmente, en el gobierno de López Obrador, quiere mantenerlo como una apéndice del Ejecutivo para mantener un clima de terror entre los legisladores que se les ocurra cuestionar las decisiones presidenciales.

Así era como se actuaba en los tiempos del autoritarismo priista  y que añora el morenismo lopezobradorista. Fue así que en enero de 1995, la Corte, sin Ministros, era controlada por una Comisión integrada por los ex ministros Ulises Schmill, Carlos de Silva Nava, y Juan Díaz Romero, para atender los asuntos urgentes.

Zedillo impulsó a los ministros Vicente Aguinaco, Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela, Juventino Castro y Castro, Juan Díaz Romero, Genaro Góngora Pimentel, José de Jesús Gudiño, Guillermo Ortiz Mayagoitia, Humberto Román, Olga Sánchez Cordero, y Juan Silva Meza. Todos perduraron durante el periodo de Vicente Fox e incluso, Olga Sanchez Cordero sobrevivió hasta la llamada 4T de AMLO.

López Obrador sentía que detentaba el poder total. Tenía a su incondicional, Arturo Saldívar en la Presidencia, heredada del gobierno de Enrique Peña Nieto. Saldívar era enemigo del enemigo de AMLO, Felipe Calderón, y esto le caía como anillo al dedo. Sin embargo, empezó a meter la mano en la Corte y su primera víctima fue Eduardo Medina Mora, ministro que emanaba del peñismo. La Unidad de Inteligencia Financiera lo acusó de lavado de dinero y, de esa manera, lo obligó a renunciar para poner a otro incondicional de la 4T. Fue sustituida por Margarita Ríos Farjat.

Los ministros afines a la 4T sólo son Loretta Ortiz Ahlf, esposa de José Ortiz Pinchetti, funcionario cercano a AMLO, y Yasmín Esquivel, esposa de José María Riobóo, constructos de los gobiernos de López Obrador. Margarita Ríos y Arturo Saldívar, actúan con gran profesionalismo y el resto, simplemente no le hacen caso al Presidente y actúan conforme a la Constitución.

La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad.

PODEROSOS CABALLEROS… Mientras Morena, lucha a cuerpo y espada por eliminar la norma que sea una mujer el próximo presidente de ese instituto, se dio la primera caída: Carla Humphrey. En el análisis, una “interpretación” de la prohibición constitucional a la reelección de los cargos en el organismo. Entre la lista de los 531 aspirantes que continúan en el proceso destacan candidatos cercanos Moren, que acapara más del 60% de sus simpatizantes, y el PRI, con apenas un 18%. La disputa por las posiciones en el INE, es para darle supervivencia a esos partidos y, en especial, para tener una plataforma para la sucesión presidencial y el Congreso Federal. Llama la atención que Carla, con su marido ligado al morenismo, sea rechazada por el oficialismo. ¿Qué hay de fondo en esos gestos?

RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA… FARBER CASTEL: Al usar 87 % de energías renovables y una producción neutra en carbono comprobada a través de sus propios bosques, Faber-Castell, bajo el liderazgo de Stefan Leitz, sigue siendo una industria pionera en la protección del clima. Esto va más allá con objetivos aún más ambiciosos: para el año comercial 2029/30, la huella de carbono de la compañía se reducirá en un total del 55%.

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Víctor Sánchez Baños

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