COLUMNA ¡QUE CONSTE,… LOS OLVIDADOS!
Y estaba comprando unos medicamentos en una de esas farmacias de “descuento”, de las que te dan tarjetas para irte notando puntos en cada compra, de las que concentran en su computadora los nombres y direcciones de los médicos y el precio de la venta, unos dicen
y aseguran que cada mes les mandan a algunos “galenos” su comisión por la venta y sus recetas, vaya usted a saber. lo que es cierto es que ese día observé a un viejo, con saco lustroso de usadas, de camisa blanca con cuello luido y corbata de esas viejas como de colección, sus pantalones estaban con falta de raya y en la rodillas se notaba el bulto por el uso, como que no había para más, y veía las cajitas de medicamentos, les leía el precio y se colocaba los lentes a cada rato y miraba para adentro y miraba para afuera como queriendo salir corriendo con las cajas de medicamentos y entonces pensé, es mejor que le apoye, porque se va a lanzar y en la calle lo alcanzan, era viejo, se notaba, flaco y arrugado, con ojeras y le dije a él y al dependiente: “A ver cuánto es de esos medicamentos del señor?”, pues eran como trescientos pesos y dije, permítame maestro pagar por ellos y él en silencio y de pronto estalló en un llanto largo, muy largo, las lágrimas le escurrían y moqueaba y se quedó en silencio y me veía y no podía hablar.
Salimos de la farmacia y dije: Es usted maestro? ¿Y pensaba salir corriendo con los medicamentos? y lo alcanzarían y le darían una chinga… y él callado, solamente hablaba por las lágrimas que le escurrían y el moco que limpiaba con la manga y me ofrecí a llevarlo a su casa. Calmado me contó: “Son para mi vieja, éramos maestros los dos, hace tiempo nos jubilamos y nos dan mil quinientos pesos a cada uno y ella está enferma y en el ISSSTE no hay medicinas y hay que comprarlas y hacer colas y ella con los dolores y con la calentura y vivimos, señor, en un cuartito de una vecindad, ahí, porque hace tiempo vendimos la casita del infonavit porque no teníamos con qué comer y mis hijos hace mucho se fueron a los Estados Unidos y ya no los volvimos a ver y a saber qué será de ellos, y ahora, solo yo con la vieja… y lo dejé llorando en la entrada y me dijo: Ya no creo ni en Dios, pero, que Dios le cuide y le proteja…
Y uno sabe porque sabemos y nos callamos que el control y el monopolio de las farmacéuticas están ligadas a la enorme corrupción de los centros de atención en la salud, y ahí está el caso del famoso “SEGURO POPULAR” donde, por ejemplo, en Oaxaca, unos compadres del gobernador eran los que hacían y tenían el monopolio de la venta de medicamentos, eran simples coyotes, y además se dice y se asegura que muchos de los medicamentos que aparecían como de laboratorio fino y de lujo, solamente tenían la cajita que se elaboraba en Puebla en las imprentas especiales que se dedican a eso, y adentro, puros medicamentos que no eran o eran de similares y se vendían al Seguro popular en cifras alzadas de más, sin control, con ganancia inmensas que lograron esos compadres del gobernador al lado del Coco, Castillo, y ahí andan, ricos muy ricos, tal vez sin saber o les vale, porque así son ellos, de que muchos sufran por no tener medicamentos y sean a precios altos que los debían comprar, cuando se les deben dar, pero no hay, no se surten, todo es un enorme negocio de funcionarios, empresarios, banqueros, compadres del gobernador, amigos socios y cómplices de ellos, y así, la gente muere de pronto o de poco a poco, sufriendo mucho, como ese maestro que quería salir corriendo con las cajitas de medicinas para su vieja… y ellos, cínicamente dicen que no saben que los recursos se fugaron, se fueron cientos y miles de millones y nadie dice que pasó, cuántos enfermaron más y cuántos murieron por eso… ellos, ricos, muy ricos, viajando y viviendo en Canadá y en Europa, enviando a sus hijos a Londres, no hay de otra, y comiendo en restaurantes de lujo gastando lo que nos robaron, y siguen en la impunidad…y eso es criminal y siguen dicen, en eso, ahora no son de aquí vienen de Veracruz, ligados con Duarte el que ahora está en la cárcel en Guatemala y todo como que cambió, para seguir igual… en la impunidad y en el robo. Ellos, muy campantes, y miles como el viejo, llorando en la soledad… esas son las chingaderas de esta sociedad…
Y el jueves, cuando nos enlazamos con Alejandro allá en Los Ángeles California, nos hablaba de cómo se tuvo que ir, expulsado por el hambre y la tragedia que sufrieran cuando el huracán Paulina, en la zona cafetalera, nos hablaba y nos contaba de cómo tuvo que comenzar a lavar platos y baños y hacer de todo, comer de prestado y pedir a los paisanos ayuda y apoyo, aprender inglés, conocer la forma de ser de los gabachos, saber que eran “invitados” a ese país, y después de muchos sufrimientos, nostalgias y recuerdos se le alegra el corazón cuando dice que, gracias al programa de Obama, el presidente, sus hijos pueden ir a la universidad y formarse y forjarse… en México, ni soñarlo, su hermano ahora es chef y él tuvo que ahorrar y sufrir y joderse de verdad para pagar para la ida y la vuelta y también sueña con volver, a oler el café de rancho, escuchar los gallos y ver la neblina como humo o como no sé qué, por eso sube de vez en vez a las montañas de california para medio recordar sus lares, donde están sus recuerdos, sus sueños, sus raíces, su ombligo, sus sabores y olores… y así nos sigue contando cómo muchos salen adelante y otros se joden, se van a la droga, destruyen sus casas, viven dobles vidas, y total, de nada les sirvió tanto caminar y viajar, para nada…y acá, los viejos jubilados muriendo de poco a poco, mientras, los saqueadores y rateros, en la impunidad…